DISTRIBUCIÓN GRATUITA     Número 1 - Mayo 1998

DEL CINE AL SOFÁ

¡Tenemos dos horas para llegar a los refugios subterráneos!
Ciencia ficción y el fin del mundo


 

Hace diez meses, por casualidad, me encontré en medio del set de una película mientras caminaba por la calle. Luego de meterme entre los extras, me enteré que se llamaba Deep Impact, y que trataba del choque de un cometa contra la tierra. "Año 2000, fin del mundo", me dije cuando filmaban la parte donde Morgan Freeman, como el presidente de los Estados Unidos, anunciaba en la pantalla del Times Square, en Nueva York, que el cometa venía contra la tierra.

Se piensa que las preocupaciones y características de la sociedad son reflejadas a través de los medios de masas como la televisión y el cine. El cine de ciencia ficción es una de estas formas de cultura de masas que marca los cambios y tendencias de la sociedad a la cual representa, reflejando los deseos, esperanzas, miedos y tensiones de una era. A partir de los años cincuenta, el cine de ciencia ficción Hollywoodense se caracteriza por una fuerte paranoia, reflejada en la representación del hombre como un ser insignificante comparado con el universo y el poder de la ciencia, visión que desplaza completamente a las películas de ciencia ficcion-horror (cine B) de mediados de los cuarenta, donde monstruos, hombres lobos, mujeres gatos, etc., dominaban la pantalla. Esta hiperconciencia respecto a lo desconocido, influenciado por la carrera espacial y los avances tecnológicos, los efectos de la guerra fría, el conflicto de Vietnam, la bomba atómica y sus consecuencias en las personas y el mundo, son llevadas a la pantalla a través de la destrucción del hombre y del planeta como lo conocemos.

La tecnología, el descubrimiento de la bomba atómica (más aún luego de su uso en la segunda guerra mundial) han sido inspiración de innumerables películas alrededor del mundo y a través de los años. En The Incredible Shrinking Man (Jack Arnold, 1957), el protagonista se expone a una nube de polvo dorado, partículas atómicas, que destruyen su vida al alterar su ADN haciéndolo achicar hasta desaparecer en el infinito, en medio de un discurso metafísico e imágenes de galaxias. En esta película, el protagonista, y reflejado en él, la humanidad, literalmente queda convertida en partículas de polvo perdidas en el universo vasto y amenazante. En El Planeta de los Simios (Franklin J. Schaffner, 1968) un astronauta vuelve a la tierra, luego de pasar largo tiempo en el espacio, para encontrar al planeta poblado por simios de inteligencia superior. Al principio piensa que ha aterrizado en otro planeta hasta que encuentra un trozo de la estatua de la libertad tirada en una playa. La humanidad se había extinguido luego del estallido de la tercera guerra mundial dando paso a la dominación de los simios. En Los Sueños de Akira Kurosawa (Kurosawa, 1990) una película que consta de 8 sueños repletos de simbolismo y una cinematografía alucinante, el Monte Fuji es destruido por el accidente de una planta nuclear derramando gases de distintos colores que son llevados por el viento, matando a las personas una tras otra. Dr Strangelove or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (Stanley Kubrick, 1964) usa humor negro para enfrentar el tema de la destrucción atómica y las decisiones de guerra entregando una película cómicamente espeluznante. Esta introduce un nuevo problema del cual preocuparse, ya no es sólo la bomba sino que también la salud mental de la gente que toma las decisiones de guerra.

Además de las películas que muestran la amenaza de exterminio debido a la energía nuclear, hay muchas otras que hablan de la vida en la tierra después de la destrucción, como es el caso de la trilogía australiana Mad Max (George Miller, 1979) que, convirtiéndose en una convención, presenta el mundo después del Apocalipsis como un mundo perverso, donde la bestialidad y el desierto sofocante dominan la existencia de los pocos sobrevivientes. Pese a que esta rama de la ciencia ficción muestra un futuro deprimente nunca está presente la destrucción total del planeta y la vida, siempre hay algo que brinda esperanza ya sea el descubrimiento de un lugar apto para reproducir vida nuevamente, o la existencia de viajes a través del tiempo que brindarán la respuesta a los problemas del futuro. En Terminator (James Cameron, 1984) cyborgs crean la máquina del tiempo para enviar al pasado a un miembro de sus fuerzas especiales a asesinar a la madre del que, como un Mesías, será el líder humano de la resistencia contra el dominio de las máquinas que pretende acabar con la existencia humana en el futuro. Pero al mismo tiempo un humano es enviado a protegerla. En 12 Monos (Terry Gilliam, 1996), película basada en el corto francés La Jette, la vida en la tierra es destruida por viruses desarrollados en un laboratorio. La máquina del tiempo es usada para enviar a un conejillo de indias a colectar datos en el pasado para encontrar un antídoto a las enfermedades que aniquilarán la vida en el futuro, y a detener a los culpables.

El cine de ciencia ficción se basa en la tensión entre lo real y lo ficticio, las enfermedades que aparece en algunas películas, como en 12 Monos, tienen directa relación al desarrollo de las bombas biológicas y el impacto que estas tendrían en la humanidad, como también comentan sobre los augurios de fin de mundo sacados de interpretaciones religiosas que se hacen cada vez más prominentes a medida que nos acercamos al segundo milenio. En Outbreak (Wolfgang Peterson, 1985) la vida se ve amenazada por el virus de un mono que mata a las personas en 24 horas convirtiendo sus órganos en líquido. La aparición del SIDA, el Ébola, la enfermedad de las vacas locas, la vuelta de la meningitis y tantas otras enfermedades capaces de destruir la vida tienen paralelo con la peste negra, cerca del milenio, en Europa, retratada en la película El Séptimo Sello (Ingmar Bergman, 1957), que no es cine de ciencia ficción, pero vale la pena mencionar por su contenido apocalíptico. El protagonista mantiene un diálogo con la muerte en el que intenta describir la naturaleza de lo bueno y lo demoníaco, y por sobre todo, el significado de la vida y su paralelo en la religión.

La existencia de vida inteligente en otros planetas siempre ha sido objeto de polémicas entre los que creen absolutamente en las visitas extraterrestres y el trabajo de la CIA en esconder lo acontecido durante los años cincuenta en el desierto de Arizona, área 51, y los de total escepticismo. Como bien dice la línea central de la película Contacto (Robert Zemeckis, 1997) basada en la novela de Carl Sagan del mismo nombre, "el universo es tremendo y si somos los únicos en él, sería una enorme pérdida de espacio". La visión de los extraterrestres en las películas de ciencia ficción ha sufrido cambios drásticos, pasando de ser criaturas con características mesiánicas, dispuestas a rescatar a la humanidad de su propia destrucción a través de su benevolencia y superioridad tecnológica, como es el caso de las películas de Steven Spielberg: E.T. (1982) y Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977); y la película de Ron Howard, Cocoon (1985), a ser retratados como una amenaza para la vida en el planeta. Un ejemplo reciente de esta nueva visión es la película Día de Independencia (Roland Emmerich, 1996), que en medio de una profunda actitud nacionalista estadounidense, poca consistencia y hartos fuegos artificiales, presenta el ataque de naves extraterrestres que penetran la atmósfera situándose en las ciudades más importantes del mundo con el objeto de despoblarlo para proveerse de sus riquezas naturales.

Desastres naturales como el derretimiento de los hielos polares presentado en Waterworld (Kevin Reynolds, 1995), o el impacto de cuerpos celestes contra el planeta como en la película Deep Impact (Mimi Leder, 1998) que acaba de ser estrenada en los Estados Unidos y que pronto estará en los cines del mundo, han ido desplazando a las películas que presentan un tipo de desastres naturales más bien comunes como los son los maremotos, tornados, erupciones volcánicas, terremotos, etc. que a pesar de ser terribles, no presentan la posibilidad de exterminio de la vida como la conocemos. Estas nuevas películas de ciencia ficción se basan en posibilidades científicamente reales y estudiadas como lo son el calentamiento del planeta y los asteroides. Deep Impact ofrece efectos especiales increíbles y escenas de profunda sensibilidad, aunque el formato en el cual están presentadas no difiere mucho del que comúnmente es usado en las películas de desastres, historias múltiples, poca profundidad de caracteres y escenas cortas. El tema central es el descubrimiento de un cometa del porte de una ciudad completa que se aproxima a chocar contra la tierra amenazando la vida, así como el meteorito de la península del Yucatán que habría acabado con los dinosaurios millones de años atrás, y que se intentaría destruir utilizando bombas atómicas. No se puede pasar por alto el paralelo que esta historia tiene con la noticia del descubrimiento real de un asteroide que chocaría contra nuestro planeta en el año 2028.

Como dije anteriormente, la amenaza de destrucción de la vida como está representada en las películas de ciencia ficción de un tiempo a la fecha, pese a ser escalofriante, siempre presenta una alternativa. Estas brindan un toque de optimismo que nos dice que a pesar de que la amenaza de destrucción es concreta y palpable, el futuro de la humanidad y del mundo no está totalmente perdido si nos unimos para encontrar la solución, si nos hacemos más humanos.
 


AZULITA


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