NUESTRA EXPERIENCIA EN CHILE
Hogar Bernardita Serrano
Hace tiempo que como pareja en nuestros corazones crecía el deseo de entregar parte de nuestra vida y amor a otras personas, pensamos que la mejor opción era dárselo a niños de algún rincón de la Tierra que estuvieran necesitando de nuestra ayuda. Así un día por unos amigos supimos que al final del mundo, específicamente en Chile, en la ciudad de Concepción, existía un Hogar llamado Bernardita Serrano, el cual recibía a jóvenes voluntarios para trabajar en él.
Fue así que con esta ilusión, comenzamos a buscar información y nos dimos cuenta que al igual que nosotros, otros franceses habían tenido la misma motivación, la cual se había concretado en esa institución. Todo esto nos dio mucha fuerza, ya que nos dimos cuenta que lo que parecía un sueño podía ser realidad. Por todo esto decidimos embarcarnos en esta aventura y comenzamos a preparar nuestra travesía a este país que hasta ese entonces nos era desconocido, sólo habíamos escuchado decir que su belleza era inimaginable y que tenía una geografía casi mágica donde se combinaba el desierto en el norte, con los volcanes y lagos del sur, hasta los glaciares del polo.
Lo primero que hicimos fue contactarnos con la presidenta de la asociación francesa: Mon Enfant (Mi Niño), la señora Mounnette Duburcq, quien nos contó que desde el año 1983 ayudaban mensualmente a esta institución y que además habían unido fuerzas un grupo de chilenos y franceses para construir el actual inmueble. Fue emocionante conocer la enorme cadena de amor que existía entre estos dos países. Además que desde 1996 habían invitado a los jóvenes que se sintieran movidos por intereses filantrópicos, para que viajaran a Chile y trabajaran con los niños desvalidos que se encontraban en este centro.
Casi sin darnos cuenta llegó el gran día, a principios de Agosto del año 2000 nos embarcamos, el viaje fue agotador, pero al llegar todo el cansancio pasó a segundo plano, ya que al arribar al Hogar, nos recibieron los niños, con sus amigables rostros. Inmediatamente se nos treparon por el cuerpo para que los tomáramos en brazos, en seguida sentimos que necesitaban mucho amor.
Más tarde nos recibió Verónica Riquelme, quien creó este Hogar el año 1982, con motivo de darle esperanza a tantos pequeños que lo necesitaban. La sorpresiva muerte de su mejor amiga de juventud, le había demostrado que todo el bien que se pueda realizar, hay que hacerlo en la tierra, ya que pasamos por ella una sola, el pensar sólo en uno mismo, no trae la felicidad. Ella aún sigue adelante con su ideal, por lo cual continua cuidando de ellos, como Directora voluntaria, se enfrenta a diario con la sociedad, para solicitar la ayuda de otras personas y solucionar todos los problemas que significa dirigir una institución. Felizmente ahora recibe la subvención estatal, pero siempre faltan recursos, nunca es suficiente, para darle lo mejor a estos pequeños.
En nuestra primera conversación con ella, además de agradecernos por nuestra visita, nos explicó el funcionamiento del Hogar: horarios, actividades y otros, además nos presentó a las tías que trabajaban (por cada nivel hay una en la mañana, en la tarde y en la noche, que cambian por otras los domingos; dos cocineras que se turnan; una asistente de enfermería, otra que se ocupa de la limpieza y un tío que hace los trabajos de manutención y una asistente social. Además dos veces a la semana se cuenta con una contadora y una nutricionista).
Se nos dio la opción de elegir el grupo con el cual deseábamos trabajar y nos quedamos con el grupo de los mayores (5 a 10 años) y los menores (3 a 5 años), pero igual no podíamos dejar de lado a los bebés (6 meses a 3 años). En total habían 46 niños, y cada nivel tenía aproximadamente 15 (el número puede variar, de acuerdo a las vacantes).
Nos mostraron la pieza que albergaba a los franceses, ahí nos alojamos, era una pequeña habitación de gran simpleza, ubicada en el pabellón de clases, tenía sólo 2 camas y un mueble para poner nuestras cosas (mucho de lo cual habían comprado los otros voluntarios que vinieron antes que nosotros), no era a lo que estábamos acostumbrados, pero eso no nos importaba, ya que solo nos interesaba nuestro trabajo y al dormir cerca de los pequeños nos permitía compartir diariamente con los niños. Normalmente laborábamos de lunes a viernes de 8 a.m. hasta las 7 p.m., los fines de semana salíamos a recorrer los alrededores, pero muchas veces preferíamos quedarnos con los pequeños.
De esta forma comenzamos nuestra estadía en este lugar, nuestro objetivo era conocer la vida que se llevaba allí y poder cooperar a las tías en todo lo que fuese surgiendo día a día. Algunas de las cosas que hacíamos era ayudar a los niños a hacer su tarea escolar (la mayoría asistía a una escuela pública cerca del establecimiento), dar los almuerzos y comidas, lavarlos y bañarlos También teníamos la posibilidad de hacerles otras actividades en la sala, en el patio o en un parque a unas pocas cuadras de allí, todo dependía de cómo estuviera el clima. En algunas de las que más disfrutaron fueron por ejemplo: espectáculo de titeres (aunque era difícil improvisar con nuestro acento un elefante o una bruja), juegos de cartas, fútbol, 1-2-3 momia, balancearlos en los columpios, hacer castillos de arena, etc. Pero lo que más les gustaba eran las actividades manuales o artísticas como: dibujar, pintar, bailar, cantar con la guitarra canciones en español o en francés. Lo último nos permitió enseñarles a los más grandes un poco de nuestro idioma, lo cual les encantaba.
A parte de lo anterior teníamos autorización para sacar a pasear a los niños, sobre todo a aquellos que no tenían familia que los visitara Ibamos a lugares como la playa, parques o el centro comercial. No saben lo felices que se sentían de poder disfrutar otro aire, entrar en contacto con la naturaleza, su cara llena de sonrisas ante el cantar de los pájaros, incluso nos hacían a nosotros transformarnos en niños. Esto nos permitía tener una relación más próxima con alguno de ellos, aunque tratábamos de no hacer diferencia para que no hubieran celos.
No podemos dejar de decir que también a veces era difícil trabajar con ellos, pero debíamos entender que la mayoría tenía un pasado lleno de sufrimiento por abandono, maltrato o abuso de sus padres o familiares, todo lo cual los hace ser duros con la vida, les es casi imposible volver a creer en las personas. ¿Cómo puede comprender un pequeño que debe estar lejos de su familia o que los de su misma sangre no los desean? Todo esto los hace creer que no son amados. Por eso, a pesar de que a veces tuvieran ese comportamiento no podíamos dejar de quererlos, y por lo mismo a veces nos era difícil ejercer autoridad sobre ellos, además nuestra falta de vocabulario lo hacía un poco complicado.
Así entre cantos, risas, llantos y juegos llegó el difícil momento de la partida, nos dimos cuenta que no era fácil partir, habían sido tantas las emociones, que esos niños ya eran parte de nuestro mundo, aún tenemos en nuestras mentes sus sonrisas, sus miradas y sus travesuras, es difícil expresar en palabras todo lo vivido. Fue una experiencia completamente nueva, un paréntesis en nuestras vidas. No solamente nosotros les habíamos dado nuestro afecto, sino que ellos nos habían entregado su corazón. Cada día era diferente, esto nos hizo descubrir que la vida tiene tonalidades diversas y gracias a esto comenzamos a apreciar y valorizar lo que teníamos.
Por cada día, por cada hora y por cada minuto compartido con todos los niños y el equipo de trabajo queremos darles las gracias y destacar la fantástica labor de las tías y de Verónica, todo lo que ellas realizan permite que estos niños no se pierdan en el mundo, porque ellas dan lo mejor de si y luchan para que cada pequeño viva en forma digna, que tengan valores y metas que los hagan ser más grandes espiritualmente.
Por último gracias por recibirnos (aunque no habláramos muy bien en español), porque estamos felices de haber compartido con todos ustedes esta vivencia maravillosa, llena de recuerdos que quedarán por siempre gravados en nuestras mentes.
Esperamos que muchos otros jóvenes tengan la misma iniciativa y vengan a compartir con ellos, los recibirán con las manos abiertas. Además, también es posible enviar ayuda, todo es útil (dinero, ropa, zapatos, útiles de limpieza toallas, peinetas, cepillos de dientes, colonia, cuadernos, hojas, lápices, pintura, pegamento, medicamentos, etc).
Para cualquier gestión pueden comunicarse con:
Verónica Riquelme
Enrique Soro 1998, San Pedro de la Paz Chile.
Teléfono: 098876870
o con Melissa Pastorini a la siguiente dirección mail: vpastori@udec.cl
Es con pequeñas gotas de agua que se forma un mar. Por favor ayúdelos. Gracias.
THIERRY y LAURE
(desde Francia)
cuéntame qué piensas
|