Número 5 - Septiembre 1998 |
UNA JEEPEADA ANTIECOLÓGICA Un mes de febrero de un verano cualquiera
me instalé varias semanas en la ciudad de la eterna primavera: Arica.
Como cualquier mortal, dediqué varias horas diarias a adquirir el
color fascinante, echada al sol y bañándome en las que en
esos años eran las cristalinas aguas de la Playa Chinchorro... al
final de la temporada lucía un envidiable color de mulata que provocó
varias invitaciones poco santas de varones que creían estar seduciendo
a una brasilera o similar... pero no es de mis aventuras románticas
de las que vine a hablar aquí.
El viento característico de la tarde me obligó a dedicar las mañanas al baño de sol y mar. Eso me permitió observar la fauna propia de la playa, pues tipín 9 de la mañana yo era un alma solitaria a la que hacían compañía millares de pececillos en el agua, enormes bandadas de gaviotas y uno que otro cangrejo café o naranja que corría por la arena. De tanto observar, descubrí que tenía que quedarme definitivamente quieta si quería ver a los cangrejos en plena actuación: cavando cuevas en la arena, peleando o simplemente caminando de esa manera tan graciosa que sólo ellos conocen, sin enredarse entre tanta pata y tenaza. Un día tuve la brillante idea de irme en jeep a la playa, y como a esas horas no andaba ni un alma en pena, pude entrar hasta la orilla del agua con el jeep, algo que está ¡absolutamente prohibido por estos años!... mejor ni intentar hacerlo, menos en verano, porque lo deben expulsar a uno con guardia costera y todo. Cuando me acerqué a la orilla del agua, descubrí que los cangrejos salían en masa de sus cuevas... y se veían miles y miles de cangrejos naranjas corriendo como desatados por la arena... nunca había visto tanto cangrejo junto... ¡¡pero qué juguete más entretenido!!... ¡wow!, repitamos la jugarreta... empiezo a correr por la orilla del agua, levantando cortinas de agua... se espantan las gaviotas y cuanto pájaro hay cerca... ja, ja, ja... corro y corro por esta playa larga y eterna... esto es la raja!... me detengo para tomar fotos pero todos se tranquilizan: los cangrejos se esconden hipso flato, como decía el Papelucho; las gaviotas se estacionan en la arena, y ya no hay cortina de agua... mmm, ¿cómo me las arreglo para tomar fotos?... tengo que rajar en el jeep, parar en seco y apuntar con la cámara, rezando para que haya quedado bien enfocada y esas cosas... gaviotas espantadas levantando el vuelo, los cangrejos aterrados, supongo que por la vibración del vehículo andando sobre la arena. Sigo corriendo por al orilla del agua, feliz como perro con pulgas, total el jeep es arrendado así que no me importa la sal de mar en las latas ni nada de eso... corro un poco, me detengo, apunto la cámara hacia un cangrejo que se esconde aterrado, sepa Moya si enfoqué... corro otro poco, freno en seco, el jeep derrapa, me meto más en el agua, mido el alto de la cortina que provoco... hasta que llego a la desembocadura del Río Lluta, no puedo pasar, se acabó el paseo y la diversión, media vuelta y a Arica los boletos... calculo que debo haber avanzado unos 20 kms. hacia el norte. Al día siguiente repito la maldad: temprano en la mañana, otra vez el jeep, ahora tengo más práctica en frenar en seco y disparar la cámara... es época de cólera en Chile, así que está prohibido comer mariscos crudos y también desconchar mariscos en la playa... los jotes sobrevuelan en busca de restos de pescados y mariscos desechados por otras aves o por algún pescador... también se espantan a mi paso, pero no tanto, con suerte puedo tomarle una foto a uno... pero son tan re feos... ¡con razón le llaman jote al trago ese! Hoy la marea está más baja, así que cuando llego a la desembocadura del río trago saliva, meto primera y cruzo, con el agua hasta no sé dónde... a la vuelta veo cómo me las arreglo... ¡guaaa, esto sí que es diversión!... ¡ja, ja, ja!... el jeep se agarra con todo a la arena mojada... miro hacia el sur, hace rato que Arica ya no se ve, perdida entre la bruma marina y las bandadas de aves que huyen de mi presencia poco constructiva. De repente se me acaba la playa, ya no tengo arenales planos donde correr, y me topo con esas especies de miguelitos gigantes de concreto que se usan para detener las avenidas del mar, los tetrápodos esos... freno demasiado brusco y me hundo en la arena seca; a punta de muñeca y dual saco el jeep y vuelvo a lo mojado, obligada a regresar otra vez... enfilo hacia el sur, ahora voy sin correr, aunque las pobres aves se espantan igual. Cuando llego al Río Lluta noto que la marea subió bastante y voy a tener que pasar con mucho cuidado... cruzo entre olas que van como en cuatro direcciones, son bajas, pero igual el jeep como que quiere irse flotando... ¡uyuyuy!, logro cruzar. Cada cierto rato corro otra vez levantando cortinas de agua, igual que en las películas... es como sueño de cabro chico repetir las imágenes que vemos en comerciales de cigarrillos o de tragos... sueño cumplido digo... ahora pienso en la cantidad de cangrejos que debo haber matado con mi jugarreta... ¡ops!, prometo que no voy a volver a hacerlo... en todo caso, como dice un refrán popular, lo comido y lo bailado no me lo quita nadie... ¡sueño cumplido! Salgo de la Playa Chinchorro y regreso calmadamente a Arica... recorrí mas de 40 kms. por la playa... al comentar mi aventura me dicen que tuve suerte, pues donde estaban los tetrápodos empezaba el campo minado de la frontera con Perú... ¡¡¡¡ !!!!... más de alguna vez había leído en las noticias de los pobres que tuvieron la suerte de toparse con minas en las fronteras... sólo algunos sobrevivieron... ¡nunca más!, me digo... ¡nunca más!... Les había advertido que era
una aventura antie-cológica, ¿no?... pero las fotografías
que tomé ¡son espectaculares!
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