Número 4 - Agosto 1998
LABORATORIO


LA CAPA DE OZONO ¿TIENE ARREGLO?

Un grito de alerta mundial nos sacudió de repente : estábamos envueltos en un tremendo problema y éramos TODOS responsables de su solución : el adelgazamiento dramático de la capa de Ozono. Sin embargo, a la hora de preguntarnos qué, en forma práctica, podíamos hacer para ayudar a solucionar el problema, escaseaban las respuestas, y es que el problema sigue siendo nebuloso.

En este tipo de materias tendemos a pensar que la culpa y responsabilidad es de grandes instituciones, corporaciones o industrias y que nosotros a nivel individual estamos ajenos a constituir un real aporte. Pero la verdad es que una actitud como esa no sólo es cómoda, sino que además demuestra falta de información, y es por lo mismo, completamente inútil.

Vale la pena preguntarse cuánto sabemos de este problema, cómo se origina y en qué casos somos realmente responsables y cómo podemos evitarlo, cuanto más si consideramos que por una cuestión geográfica, Chile es uno de los principales afectados en el corto plazo por el agujero de grandes proporciones de la capa sobre la Antártida. 

¿ QUÉ ES LA CAPA DE OZONO ?
 

La Capa de Ozono es una suerte de escudo protector, dado que filtra las radiaciones ultravioletas que pueden ser altamente dañinas para el hombre y la naturaleza.

Un incremento de estas radiaciones provoca, entre otros males:

  • Cáncer a la piel (maligno y no maligno).
  • Daño al sistema inmunológico, al exponer a las personas a la acción de varias bacterias y virus.
  • Daño a los ojos, incluyendo cataratas.
  • Quemaduras producidas por el sol (de diferentes grados de severidad dependiendo del tiempo de exposición) y avejentamiento de la piel.
  • Mayor riesgo de Dermatitis alérgica y tóxica.
  • Activación de ciertas enfermedades provocadas por bacterias y virus.
  • Efecto adverso sobre ecosistemas tanto marinos como terrestres.
  • Reducción en el rendimiento de las cosechas.
  • Reducción en el rendimiento de la industria pesquera.
  • Daño a materiales y equipamiento que están al aire libre.
Todo esto genera un importante aumento en los costos de salud, donde la población indígena es la principal afectada (y la que suele tener menos recursos), por otro lado, la alteración de los diferentes ecosistemas provoca problemas a nivel económico, que se traducen finalmente en pérdida de calidad de vida, además de lo grave que es en sí mismo el deterioro de las condiciones de estos sistemas.

El Ozono, tóxico para el hombre, es una forma inusual del Oxígeno, que se forma en la estratósfera en un proceso donde intevienen la radiación Ultravioleta (UV) que estimula el que átomos simples de Oxígeno se unan a una molécula de Oxígeno (O2) formando de este modo el Ozono (O3), una molécula compuesta por tres átomos de Oxígeno. 

Gracias a que en las altas capas de la atmósfera este proceso ocurre en forma continua, el Ozono (altamente inestable) puede regenerarse en forma adecuada. Este gas, en cierta densidad forma la "Capa de Ozono", que como hemos dicho ejecuta una función de "escudo" al filtrar las radiaciones UV.

COMO SE DESTRUYE
 

En la destrucción y/o adelgazamiento de la capa de Ozono han intervenido los CFC (clorofluorocarburos) y la liberación de sustancias halógenas como el bromuro de metilo y cloruro de metilo, que se emplean en la agricultura. 

Los CFC nacieron en 1928 de la mano de Thomas Midgley, como un sustituto seguro ante compuestos tóxicos usados para entonces como refrigerantes, como amoníaco o dióxido de azufre, los que ocasionaban un considerable número de accidentes.

La gracia de los CFC era su composición química. Al reemplazar en hidrocarburos los átomos de hidrógeno por halógenos (cloro, bromo, yodo o astato), se obtiene un CFC, compuestos de extraordinaria estabilidad (no pierden su cohesión y composición molecular fácilmente), no tóxicos, que a pesar de existir en estado líquido se evaporan rápidamente, por lo que venían a ser el refrigerante ideal, generalizándose su uso para los años cincuenta en congeladores, equipos de aire acondicionado y refrigeradores. También se les halló un uso práctico como gas propulsor en los aerosoles, como solvente para limpiar circuitos electrónicos, en plásticos expansibles, en la industria de la construcción, etc.

El problema con los CFC, que a temperaturas normales acá abajo son muy estables, es que allá arriba pierden esa característica al ser expuestos a temperaturas más altas (a medida que se asciende aumenta la temperatura). Esto ocurre a gran altura, la que alcanzan al cabo de unos diez años, tiempo durante el cual permanecen químicamente inalterados. Al llegar a la estratósfera, las radiaciones UV provocan su separación, iniciando un fenómeno químico que se podría resumir en que el átomo de cloro que contienen los CFC queda libre, atacando a las moléculas de ozono, separando de ellas uno de sus átomos de Oxígeno, el que se fusiona con el cloro convirtiéndose en una molécula de monóxido de cloro (es decir un átomo de cloro + 1 átomo de Oxígeno), dejando al ozono original (O3) como una molécula de oxígeno simple (O2), respirable tal vez, pero inútil puesto que en esa zona sólo el ozono puede filtrar los rayos UV. Lo que viene a complicar el asunto es que la molécula de monóxido de cloro generada se rompe fácilmente, quedando nuevamente libre el cloro, con lo que una sola molécula de CFC puede destruir rápidamente a miles de moléculas de Ozono.

LAS MEDIDAS A NIVEL MUNDIAL
 

Para 1978, ante los descubrimientos científicos relacionados con los CFC y la química atmosférica, se prohibió el uso de los CFC en la fabricación de aerosoles en EEUU, Canadá y países escandinavos.

En 1981 se creó un grupo de trabajo tendiente a analizar el efecto adverso sobre la capa de ozono y su protección, lográndose un acuerdo en Marzo de 1985, conocido como "Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono". En Mayo de 1985 se publicó un estudio científico en la revista "Nature" indicando que existía un gran forado en la capa de ozono en la antártica estratosférica, dando la voz de alerta sobre el uso de los CFC, principales responsables de este daño, por lo que en 1987 se firmó un acuerdo Internacional, conocido como el "Protocolo de Montreal", donde se acordó limitar la producción de los CFC en un 50% para 1999, pero a la luz de los nuevos descubrimientos, y en reuniones sucesivas de las partes integrantes del tratado en Londres y Copenhague, se acordó eliminar completamente los CFC para el año 2000, en tanto que el uso del metíl-cloroformo (otro agente peligroso) se eliminaría para el año 2005.

Salta al tapete en esto el estímulo a usar técnicas de refrigeración y similares sustitutas y viables desde el punto de vista económico. Así, los HCFC (hidroclorofluorocarburos o CFC hidrogenados) vinieron a ser una solución al problema. Estos compuestos difieren de los CFC en que forman parte de su composición algunos átomos de hidrógeno, elemento que viene a hacer más inestable los HCFC, disgregándose más fácilmente, lo que supone que las moléculas que contengan cloro llegarán a la estratósfera en una cantidad muy reducida, dañando mucho menos la capa de ozono de lo que lo hacen los CFC.

Se sostiene en ciertos círculos científicos, que con todo, es posible producir tecnologías no dañinas para el ozono, por lo que hay desacuerdo en estimular el uso prolongado de los HCFC.

¿Y EN CHILE?
 

En nuestro país también se han hecho notorios esfuerzos en lo relativo a la disminución y reemplazo de químicos perjudiciales. A pesar de que nuestro consumo de este tipo de sustancias era de un 0.07% del consumo mundial en 1989, cifra que hoy se ha reducido a más de la mitad, no podemos hacer la vista gorda a un problema tan grave. 

En nuestro país no se producen CFC, siendo importados en su totalidad, usándose básicamente en la fabricación de espumas plásticas. En las espumas rígidas, presentes en la producción de zapatillas, aislantes, bandejas para alimentos, poliuretano, etc., los CFC son usados para inflar la mezcla, quedando atrapados en las celdillas de la espuma, donde funcionan como aislante. En el campo de las espumas plásticas los principales consumidores de CFC son las industrias fabricantes de colchones, donde las espumas de baja densidad son las que mayores dificultades presentan para el reemplazo de los agentes dañinos, que es aún caro y complejo. 

Un 40% del consumo total de CFC en nuestro país lo produce la industria de la refrigeración y aire acondicionado, donde es difícil reemplazarlos por una cuestión de costos. Aún siguen llegando a Chile refrigeradores que usan CFC como refrigerante, siendo muy pocos los presentes en el mercado que usan HCFC, aunque se prevé una pronta llegada de refrigeradores con tecnologías nuevas. Los vehículos más modernos cuentan con equipos de aire acondicionado que es recargado con HCFC, siendo los equipos más antiguos los que aún precisan de CFC para su recarga. 

Por otro lado, los famosos aerosoles, que tantas suspicacias nos producen, definitivamente no están usando CFC como propulsor, esa función la realiza el gas propano butano, que se produce en forma natural en nuestro país y que es inocuo para el medio ambiente.

La CONAMA (Comisión Nacional del Medio Ambiente), ha diseñado un plan llamado "Programa País para protección de la capa de Ozono" que contempla entre otras medidas, la implementación de un logo denominado "Sello Ozono", el que otorga a los productos que no contengan ningún tipo de componente dañino a la capa de Ozono. Este organismo presta subsidios financieros para que las empresas inviertan recursos en reconversión tecnológica que garanticen el que se dejen de usar los CFC o similares, esto amparándose en los fondos obtenidos por CONAMA con el protocolo de Montreal para reducir el consumo de las sustancias dañinas.

Por otro lado también se han estado dictando cursos de entrenamiento en nuevas tecnologías que persiguen capacitar a las empresas involucradas en la adaptación de sus procesos a un criterio ecológico.

¿Y YO ?
 

Es decir, tú, yo TODOS tenemos una gran responsabilidad en colaborar en esta materia, ya que los efectos del adelgazamiento de la capa de Ozono y la consiguiente sobrerradiación UV sobre los seres humanos y el reino vegetal y marino sólo nos puede acarrear nefastas consecuencias y como hemos dicho, somos los chilenos los principales afectados con este problema.

Sin duda, es nuestra obligación el estar informados sobre la materia, familiarizarnos con el propósito del "Sello Ozono", otorgado por el CONAMA y tratar de estar a la expectativa en lo relacionado con la importación de cualquier producto que presente mejoras al respecto, como refrigeradores que usen HCFC en lugar de CFC como refrigerante y cuenten con el sello respectivo. Participando en difundir activamente los peligros que encierran los CFC y denunciando cualquier actitud que fomente una falta de respeto a nuestra maltrecha capa de Ozono.

Además, ya que en determinadas épocas del año estamos más expuestos a radiación intensa, se hace vital el que nos informemos de las medidas de protección que debemos tomar, especialmente cuando entran en juego nuestros hijos.

Tal vez no podamos dictar cursos mundiales de acción o suscribir convenios de alcance global, pero en nuestro entorno, tenemos la oportunidad de hacer ALGO por nuestro ambiente.

Para saber más:

CUCHO

Mr. Browing es quién hace habitualmente "Laboratorio", pero este mes está de viaje, por lo que dejó su columna encargada. Si deseas que MR. BROWING escriba sobre algún tema de tu interés, o quieres hacerle llegar tus comentarios o preguntas, escribe a browing@atico.cl y él gustosamente te responderá.


 


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