Número 3 - Julio 1998
TEMAS DE CHILE

UN BRONCE, UNA PIEDRA, UN MONUMENTO PARA UN CONQUISTADOR


 

Había un tremendo forado en la Plaza de Armas. Al acercarme a un trabajador que estaba parado en el sitio exacto donde estaba ubicado previamente el monumento a don Pedro de Valdivia, le pregunté si sabía que habían hecho con la estatua. Por toda respuesta tuve un encogimiento de hombros acompañado de una expresión de indiferencia.

Si el conquistador, unos metros más allá, hubiera podido ver la actitud de este hombre, no se habría menos que escandalizado. Sí, porque el inmortalizado por la obra ecuestre alguna vez escribió al Rey de España: "Si tuviera un millón de ducados, no compraría un palmo de tierra en España; porque mi interés es que quede memoria de mí y de mis sucesores y no en buscar, agonizando, la compra de mayorazgos". Memoria que sin duda existe, pero que muy a menudo damos por sentada. 

UN PEQUEÑO GALOPE

La gran mayoría de nosotros hemos notado el cambio de ubicación del monumento sin discurrir mayormente sobre su traslado o eventual emplazamiento, presente o futuro. Y, como lo hacemos con mucho de nuestro patrimonio, sencillamente lo aceptamos como parte del cambiante paisaje de nuestra ciudad. Jamás nos preguntamos quién sería su autor o el por qué de su ubicación allí y no en otro sitio, etc. 

Lo cierto, es que el "Caballo de don Pedro" ha estado dominando ya por 31 años el paisaje cotidiano de Plaza de Armas, y el destino parece estar de acuerdo. Y es que de ella se desprende un tremendo pedazo de nuestra historia que se complementa deliciosamente con un monumento similar emplazado en el cerro Santa Lucía, de un valor histórico simplemente incalculable.

El motivo por el cual el monumento fue movido de su lugar se explica por los trabajos de construcción de la Estación "Plaza de Armas" de la línea 5 del Metro. Siendo ésta la primera vez que se le mueve por razones más bien prácticas que históricas. Y es que este caballito ha estado galopante. 

UN CABALLO PARA EL CERRO

Originalmente se le puso en el cerro Santa Lucía, el mismo en el cual don Pedro, por allá por diciembre de 1540, dispuso un asentamiento. En ese sitio, en la punta norte, frente a la intersección de las calles Victoria Subercaseux y Santa Lucía, al pie del lugar donde Valdivia habría hecho la fundación de Santiago, se efectuó el acto que daba la bienvenida al trabajo de Pérez Comendador.
 

Vista desde el cerro en 1963
(V.Subercaseaux/Santa Lucía)
Vista desde el cerro Hoy
(V.Subercaseaux/Santa Lucía)

Se inauguró la estatua el día 25 de Julio de 1963, en la ceremonia que se desarrolló en esa oportunidad, el presidente de la Asociación de Instituciones Españolas en Chile, don Casiano Martínez, hizo entrega del monumento a la ciudad de Santiago, como un obsequio de parte de la comunidad Española residente, quienes habían escogido para esto el día del Apóstol Santiago, por quien el pueblo Español siente gran devoción. Martínez manifestó el sentimiento de la colonia al declarar: "Los Españoles residentes en Chile, reiteramos nuestros votos de admiración y obediencia a sus leyes y poderes constituidos, ofreciéndoles una vez más nuestro concurso diario de esfuerzo sin restricciones".

Después de su discurso tomó la palabra don Tomás Suñer y Ferrer, embajador Español de la época en Chile, quien recordó el propósito de trascendencia de Valdivia, citando sus palabras más arriba señaladas. Siguió en la oratoria el alcalde e Intendente de Santiago, don Ramón Álvarez Goldsack. Concluyó la ceremonia con la bendición del monumento por el Cardenal Raúl Silva Henríquez.

HISTORIA DE UN REGALO

Pero la historia de la estatua se remonta aún más atrás, hacia 1960. Ese año, durante el congreso de Entidades Españolas de Chile, surgió la idea entre la comunidad Española residente de ofrecer a nuestro país un obsequio con motivo del cumplimiento de 150 años desde el primer Gobierno Nacional, acordándose por unanimidad donar una estatua del fundador de Santiago, don Pedro de Valdivia. Algo similar había hecho la colonia en 1910, cuando donó el monumento a Alonso de Ercilla por el centenario de nuestra autonomía.

Para cumplir el deseo de la comunidad Hispana, el Embajador, don Tomás Suñer, después de una rigurosa selección entre los más destacados escultores Españoles, escogió a Enrique Pérez Comendador, no sólo por su difundida labor artística, sino además porque era bien conocido en diversos países de América Latina donde ya habían algunas de sus obras en exposición, en calles o plazas, incluso hoy en la ciudad española de Hervás (Cáceres), existe un museo que lleva su nombre.

Una parte del monumento fue fundida en el Pueblo de Coca, en Segovia, mientras que la otra mitad, tal vez la más delicada, se encargó a los hermanos Capa, famosos fundidores Españoles en Arganda del Rey, Madrid.

El material necesario para la fundición de la obra fue donado por el ejército Español, organismo que no quiso estar ausente de esta muestra. El bronce lo obtuvo de antiguos cañones, algunos de los cuales formaban parte de buques de guerra, por lo que el valor histórico del material en sí mismo es apreciable.

Una vez que la estatua ecuestre estuvo terminada, fue levantado en la sede del ejército Español, en los jardines del Palacio de Bellavista, Madrid. En este sitio se hizo una entrega simbólica de la obra, al embajador Chileno en España, don Sergio Fernández Larraín.

Una empresa Salitrera se hizo cargo de traer a Chile las 4.5 Toneladas del monumento, repartido en 8 cajas. Acá fue ensamblado bajo la supervisión del mismísimo Pérez Comendador, cuya opinión fue decisiva a la hora de escoger el cerro Santa Lucía para su emplazamiento, ya que muchas personas, hasta historiadores, opinaban que el sitio adecuado para ello era la Plaza de Armas, incluso, a causa de la polémica imperante, la Municipalidad invitó al escultor para que tomara parte en los debates sobre la ubicación de la estatua.

SUS CABALGATAS

A pesar de los deseos de su creador, en 1967 la estatua fue colocada en la esquina de las calles Estado y Monjitas, en la plaza de Armas de Santiago. Desde ahí, mirando hacia el Este (dando la espalda a la Plaza) dominó el céntrico quehacer de miles de habitantes de Santiago, sirviendo de punto de referencia para cientos de personas... ¿quién acaso no se ha quedado de juntar con alguien al pie del caballo?

Pero otro par de viajes le quedaban a la grupa y su jinete. El 22 de Noviembre del año pasado, un destacamento de trabajadores de la línea 5 del metro (que tendrá su estación debajo de la plaza) lo trasladó temporalmente a la esquina de Estado con Merced, mirando igualmente al Este. Para estos efectos Metro S.A. solicitó la debida autorización al Consejo de Monumentos Nacionales, quienes, en vista de las satisfactorias experiencias previas con Metro (Emplazamiento del monumento de Balmaceda en Plaza Baquedano, Los tajamares del Mapocho o el pirque Bueras del Parque Forestal, por ejemplo), no dudaron en dárselo. Para resguardar la integridad de la obra y su base original, el monumento fue desmontado de su tradicional soporte de granito (el que está convenientemente a salvo en las bodegas del metro) y emplazado sobre una base de concreto provisoria, sin placa o inscripción.

Una vez finalizados los trabajos del metro en la plaza de Armas, y dentro del proyecto de remodelación de la plaza que debe concluir antes del fin del año mil novecientos noventa y nueve, se colocará a don Pedro nuevamente en su ubicación original (en la Plaza obviamente), pero esta vez mirando hacia la plaza, es decir orientado hacia el Sudoeste u Oeste y sobre la base original.

¿Y SI HUBIERA QUEDADO EN EL CERRO?: LA ESTATUA OLVIDADA

La obra de Pérez Comendador tal vez no habría sido tan conocida de haber permanecido mucho tiempo allá en el cerro. De hecho, existe otro monumento a don Pedro, de valor histórico incalculable, que reside aparentemente en el anonimato y que cuenta ya con más de un siglo de existencia, que está ubicada en el lugar exacto de la fundación de Santiago, en la plaza de los Campos Elíseos, hoy "Plaza Pedro de Valdivia", en el cerro.

Este monumento amerita una visita, dada su ubicación y antigüedad. Representa, en noble piedra, a don Pedro de pie, de un rostro muy sereno, donde sus ojos reflejan un propósito firme. En su mano derecha sostiene un plano o carta, mientras la izquierda se apoya sobre su espada. A su espalda, y sobre un bloque, está representado su yelmo de conquistador. Desgraciadamente, y casi como es tradicional, la hoja de la espada ha desaparecido, y no ha sido restaurada.
 

Esta obra es un perfecto instrumento para conocer un poco más de la historia de nuestro amado Chile. Una de las inscripciones en su base dice : "DON PEDRO DE VALDIVIA, valeroso capitán extremeño, primer Gobernador de Chile, que en este mismo sitio acampó su hueste de ciento cincuenta conquistadores, el 13 de Diciembre de 1540, dando a estas rocas el nombre de SANTA LUCÍA, y formando de ellas un baluarte delineó y fundó la ciudad de SANTIAGO el 12 de Febrero de 1541"

Este monumento data de 1875, a mediados de aquel año se le trajo desde Francia, para ser colocado en Quinta Normal, en el sitio destinado a la Exposición Industrial Internacional inaugurada el 16 de Septiembre. Fue trasladado a su ubicación definitiva, el 20 de Diciembre de 1876.

La inauguración se puede contar como un verdadero hito histórico. A su cargo estuvo una comisión presidida por el conocido "Pacificador de la Araucanía", el coronel Cornelio Saavedra. Sus asesores : don Francisco de Paula Figueroa (como vicepresidente del grupo) y el General don Manuel Baquedano. Formaban parte de esta comisión, personajes tan ilustres como don José Manuel Balmaceda, don Benjamín Vicuña Mackenna, don Justo Arteaga Alemparte, don Zorobabel Rodríguez y don Crescente Errázuriz.

Don Cornelio Saavedra en persona, junto a don Francisco de Paula Figueroa y el Municipal Carlos Walker Martínez, fueron los encargados de descubrir la estatua, el día de su inauguración, a la 19 hrs. Del 1/1/1877. 

Entre los oradores del acto, estuvo don Benjamín Vicuña Mackenna.

En 1923 se hicieron nuevas inscripciones en el pedestal del monumento, en virtud de lo que ordenaba el decreto Nº 23 del 16 de Agosto de don Rogelio Ugarte Bustamante. Éste, junto con insituir el 12 de Octubre como el día de la fiesta de la Raza, disponía grabar "en el pedestal de la estatua del conquistador don Pedro de Valdivia los nombres de los fundadores de la ciudad de Santiago, precedidos de los nombres de los alcaldes, regidores y funcionarios que compusieron el primer Cabildo de la ciudad". De este modo, este monumento deja constancia de la totalidad de los nombres de aquellos que acompañaron a Valdivia en su travesía y de todo aquel que tuvo algo que ver en la fundación de nuestra capital.

Hoy es posible ver estas inscripciones en la base del monumento, salvo por la que debería estar mirando al norte, de ella queda tan solo un trozo de piedra, faltando toda la placa. Afortunadamente el texto de dicho bloque es conocido, por lo que basta sólo un esfuerzo de la autoridad correspondiente para restituir la base de acuerdo al decreto de 1923.

DOS VISIONES DEL MISMO HOMBRE

El contraste existente entre las dos estatuas que hemos comentado es particularmente interesante.

Mientras el Valdivia del cerro, de autor desconocido, está apeado y muestra un rostro infinitamente calmo, muy noble, el de plaza de Armas es un guerrero infranqueable arriba de su corcel, a pesar de no mostrarlo más que con su espada como arma de ataque y sin arreos sobre su caballo.

Pérez Comendador quiso representar en él a un hombre de visión política, consciente de que el gobernar no era solo administrar o mandar. Valdivia, sin atuendos guerreros está pronto al trabajo. Llama la atención la ausencia de bridas en esta obra, según su autor, así da al jinete la sensación de libertad y autonomía, y se percibe que el caballo dirige al hombre para que éste tenga las manos libres para usar las armas, o como se dijo el día de su inauguración, es señal de paz. En su mano derecha sostiene el acta de la fundación de Santiago.

Vale la pena detenerse un poco de nuestro apurado ajetreo diario, para admirar estos pequeños resúmenes de nuestra historia patria. Una placa, una estatua, una leyenda al pie de un monumento, nos pueden mostrar de un modo imperecedero el esfuerzo increíble de hombres de valor del pasado, como el propio Valdivia y su gente, para aleccionarnos sobre la forma en que llegamos a poseer este suelo. Es más que simple curiosidad histórica, es un acto de buen patriota, de un verdadero chileno.
 


CUCHO


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