Número 2 - Junio 1998 |
A los Chilenos siempre se nos ha reputado tener fama de "vivos", es decir, de aprovecharnos de las circunstancias para obtener el mayor beneficio a bajo costo. Esta aseveración me parece muy cierta, pero soslaya la contrapartida del problema: las víctimas, otros chilenos. Sí, porque la gran mayoría de las estafas y vilezas producto de nuestra "viveza" forzosamente deben ocurrir entre nosotros mismos, lo que me hace pensar que a la larga, no somos tan "vivos", sino que a lo mejor hay una gran y silenciosa mayoría de "inocentes" en nuestras tierras. Y es así. Todos los días, la gran masa chilena soporta y subsidia una interminable lista de estafas de todo tipo. Y no me refiero tan solo al tipejo que en estos minutos está cómodamente tomando el sol en Puerto Rico a expensas de los ahorros de toda la vida de la mujer que embaucó mediante astuta seducción acá en Santiago, sino que a esos engaños de menor cuantía, cotidianos, a los cuales todos hemos sucumbido. Veamos algunas de las "técnicas" más usadas. LA "POMADA"
:
"Vender la pomada" en Chile, sugiere la idea de contar un cuento, una mentirilla, para obtener beneficios gratis. Algunos parece que se deleitaran en distraer nuestra atención de nuestra lectura favorita o del cabeceo típico de micro, para ladrarnos una oferta que a pretexto de ser "novedosa" no es necesaria : "Por encargo de "Importadora los Jazmines" le traigo en esta oportunidad la nueva billetera anatómica, multiuso, fabricada en el más fino plástico imitación cuero, en un hermoso tono dorado, donde ud. podrá colocar billetes de quinientos, mil, cinco mil y diez mil pesos, además de su carné de identidad, su licencia de conducir, su carné de Fonasa, un calendario, las fotos de sus hijos y le sobrará espacio para su registro electoral, su tarjeta de descuento del supermercado y todo tipo de papeles..." la letanía tiene para rato, lo peor, es que no hemos escuchado nada que no sea absurdamente obvio... "por la compra de este fino artículo, y sólo porque "Importadora los Jazmines" ha querido privilegiar a sus clientes con una oferta que no se volverá a repetir, Ud. se llevará de regalo este práctico llavero, confeccionado en escogido metal, aleación de bronce y plata, dónde Ud. podrá colocar la llave de su casa, la de su auto, la de su...", para qué seguir. El marketing criollo llevado a su máxima expresión. Con un notorio abuso de palabras difusas como : "multi, fino, moderno, nuevo, renovado, práctico, barato, etc." Así podemos encontrar cientos de ejemplos de insólitas ofertas en casi cada viaje en micro, desde gomitas de menta, hasta el "ultramoderno colgador multiposición plegable", los que sin ser productos cuyo uso cueste comprender, nos son adornados de la forma más atractiva posible, muchas veces acompañados de un cuento triste, historias de miserias y abandonos, que en ocasiones, más de las que quisiéramos, huelen a fértil imaginación y telenovela tropical que a necesidad verdadera. La idea es poder tocar aquellas zonas sensibles de sus potenciales "compradores", ...benefactores más bien. Las más recurridas son las que provocan lástima, parece ser una técnica rentable. Otras, tratan de infundir miedo : "LOS PRESITOS":
El aspecto descuidado de la pareja de hombres que acaba de subir al vehículo atemorizaría a cualquiera. Nada de raro, de eso se trata. Una voz monocorde y un tanto gutural comienza un mensaje recitado con un dejo de violencia : "Señores pasajeros, no es mi intención molestarles (todos dicen lo mismo... igual molesta), pero me he visto forzado a subir a este microbús para pedirles su ayuda." Hasta aquí, nada realmente anormal, salvo por el hecho de que el hombre que acompaña al que habla ha ido recorriendo el pasillo hasta el fondo, quedando a las espaldas de la mayoría de los pasajeros (esto está estudiado de antes, nada más intranquilizador que un tipo de feo aspecto a tus espaldas ¿no?). El otro sigue : "Somos un par de ex-convictos de la cárcel de Colina, que hemos salido hace una semana por buena conducta, hemos estado tratando de encontrar trabajo, pero debido a nuestros antecedentes nos ha sido imposible, por eso recurrimos a Ustedes en busca de ayuda" (mentira, el tipo es uno más de los comerciantes ambulantes del rubro, después de vender su mercadería, se tomó la plata en algún barucho por ahí y ahora está rehaciendo su "capital"). El hombre hace una pausa, larga como la tarde, durante la cual recorre con la vista a todo su público espectador. Una fría gota de sudor se deja deslizar silenciosa por más de alguna camisa. La mirada debe provocar su efecto, ya que muchos se mueven inquietos, otros llevan una mano a sus bolsillos o carteras, algunos se aferran a sus pertenencias y otros se refugian en la ventana empañada. ¿A quién le puede importar la razón por la cual ese tipo no quiere trabajar y prefiere pedir ? Su argumento, obviamente mueve otros hilos, busca, mediante la vía del temor obtener las monedas que requiere. ¿Cuántos hay que le dan sólo para quedar tranquilos? Lo malo de estos tipos, es que ni siquiera entretienen, no saben cantar o tocar guitarra, no ofrecen ni un calugón pelayo por la ayudita. Sólo quieren llevarse una monedas del modo más fácil posible: vendiendo, lisa y llanamente, la "pomada". ESOS ODIOSOS
SEMÁFOROS:
Luz amarilla !, aceleras y... ¡Roja !, debes detener tu automóvil. Muy a pesar tuyo, porque observas impotente como un muchacho de unos doce años, camina hacia tu vehículo, con expresión de absoluta decisión, provisto de un limpiavidrios y un pequeño balde. "Jefe, ¿le echo una limpiadita?" , y antes, mucho antes de que alcances a proferir un "no gracias, lo acabo de lavar en el garaje esta mañana" el chico ya ha aplicado un líquido viscoso sobre tu otrora inmaculado parabrisas al tiempo que desplaza un mugroso trapo sobre él. Y como sea, hay que sonreír (aunque hirvamos de rabia por dentro), cuando el muchacho estira su mano para recoger su "paga" por la "limpieza", y ¡Ay, si no le damos su moneda !... los buenos modales no son necesariamente parte de la rutina. No dijimos que no (no alcanzamos) a su pregunta y no podemos decir NO a su mendicidad camuflada de servicio… que no lo es… quien se haya ido refunfuñando por la mala visibilidad o lo sucio que le quedó el vidrio, sabrá a qué me refiero. El chiquillo se "avivó"… nos "ganó el quién vive" al lanzarse sobre nuestro parabrisas y casi contra reloj (semáforo en este caso), hizo su "trabajito" en menos de lo que se demora en llegar el "verde". EL INVIERNO
Y LOS SUPERMERCADOS:
No quiero tirar la primera piedra, pero si hay un lugar donde todo el mundo quiere pasarse de listo, es en los supermercados. En estos sitios, no son tontos, por lo que ya tienen calculado el costo del avivarse de una fracción de chilenos, razón por la cual, el resto, los que no se atreven… o son honrados (!), debe pagar estos robos por un ligero mayor costo de las mercaderías. La costumbre nace desde que somos chicos… escolares… tomarse un yogurt o salir con un chocolate bajo el jumper, no le es desconocido a nadie… con la complicidad de más de algún guardia buena onda o alguna viejita simpaticona… El invierno viene a ser un insospechado aliado de estas vivezas de menor cuantía… la gente arropada, con múltiples bolsillos y conocedora de los sitios en los que están las cámaras espías, y que, por supuesto, no tiene remilgo alguno en aprovecharse de las circunstancias, no duda en echarse al bolsillo cuanto artículo de algún valor y volúmen camuflable esté a su alcance. De vez en cuando, y especialmente cuando no hay noticias sabrosas que explotar (usualmente un Domingo de poco fútbol), los noticiarios de TV echan mano de estas acciones para algún "reportaje-denuncia" estruendoso, como si fuera la gran novedad, de algo que aceptamos y conocemos todos… y no es tan difícil sucumbir, creánme… basta con mirar para todos lados, hacerse el tonto, que se te cayó algo, o simplemente que estás buscando tu monedero, y¡ZAP! El desodorante de $1.500 está cómodamente alojado en tu chaqueta… ¿quién paga? Tú, yo… todos. Basta hacer un pequeño repaso
de nuestras propias acciones de esta semana… si no nos avivamos nosotros…
se avivaron con nosotros… aunque nos duela reconocerlo… si no fue
un vuelto de menos… fue uno de más (alguna vez que nos toque a nosotros
¿verdad?), si no fue una luz roja en el cruce donde no "venía
nada", fue en la fila del banco cuando un pajarón miraba para otro
lado… Chile es así… y con esto no quiero decir que en otras partes
del mundo esto no ocurra… sólo que… bah! ¿¿¿Alguien
ha visto mi billetera???
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