Número 5 - Septiembre 1998
BUSCANDO EL FONDO

¡¡¡VIVA CHILE MIERDA!!!


 

¡Viva Chile Mierda! y Chile sigue vivo, con el deseo de millones de voces que hemos vitoreado el nombre de nuestra patria por generaciones. Y sí... lo celebramos y disfrutamos a concho, según se nos antoja y como se nos va dando...

Pero este Chile es un país cambiante, nos llenamos de celebraciones nuevas o renovadas y adoptamos usos de otras partes mezclándolos con nuestras costumbres, algo que a nuestro tradicional "dieciocho" también le ha afectado. Sin embargo, seguimos celebrándolo a nuestra usanza.

Claro que aceptamos cosas que en estricto rigor no son parte de la celebración. ¿Cuándo fue la última vez, que bailamos una cueca en una fonda o ramada? ¿Sabemos bailar cueca? Si fuéramos turistas de paso por nuestro suelo y visitáramos una fonda, de seguro que nos iríamos convencidos que el baile nacional chileno se llama "cumbia", y bueno, ya es parte de nuestra identidad.

Septiembre es tradicionalmente un mes de cambios. Llega la primavera, empieza a hacer un poco más de calor, recibimos un poco de más de plata (para copete, obvio), y nos llenamos de feriados, que el once este año (sustituido por el primer Lunes de Septiembre el próximo), y el 18 y 19, más la mitad del 17 ( ¿hay alguien que trabaje completo el día 17?), fines de semana largos y "sándwichs" al por mayor, hasta el día del trabajador radial se celebra este mes. Eso además de que parece que todo el mundo anda de cumpleaños por estas fechas (por lo menos los hijos de las "buenas" vacaciones).

Las radios se llenan de tonadas campesinas, la televisión muestra grupos folclóricos guitarreando bajo algún arbolito, en los diarios leemos sobre cientos de "ofertas" dieciocheras, y nos encontramos con una banderita o escudo nacional hasta en los formularios del Servicio de impuestos internos.

El Dieciocho de oficina 

La crisis Asiática por un lado y anuncios repetitivos de alarma tipo "cuiden la pega" por el otro, han hecho que este año sea un tanto incierto respecto a las fiestas patrias. No "hinchar" mucho parece ser la consigna, así que en más de algún lugar de trabajo las fiestocas y aguinaldos quedan a la buena voluntad del empleador. Esto no ha sido obstáculo a que se respire el más criollo aire de jarana dieciochera.

En muchos sitios, la música ambiental, usualmente desabrida y de más, cobra aires de conjunto Cuncumén y de tonada, pero curiosamente no pierde su característico sello insípido, pasando a ser una perfecta lata. Así, el "cómo pretenden que yo, que lo crié de potrillo..." flota en el aire como una gotera, que a cinco días de comenzado Septiembre ya suena a tortura medieval. Y mejor no comentar sobre el "levántate hombre flojo sale a pescar, sale a pescar", suficientes dramas tenemos con el despertador cada día.

Un "Felices Fiestas Patrias" nos espera a muchos este Jueves 17 después del asado en la pega, que parece, que por los vaivenes de la economía, se va a quedar en un par de empanadas y un vasito de chicha, como para no perder la costumbre. Como sea, después de darse ánimo con un buen tinto, algún ejecutivo improvisará un discurso de tonos patrióticos y más de alguno bailará el tradicional pie de cueca (el mismo del año pasado de seguro, porque en todo un año nadie se ha tomado la molestia de aprender el bailecito). 

El Dieciocho de Supermercado

Una rubia estupenda y de luminosos ojos azul cielo, me sorprendió el primer día de Septiembre en el supermercado, no tanto por su físico de promotora consagrada, sino por su atuendo absolutamente "criollo", falda y chaquetilla corta de color negro, blusa blanca con vuelitos, una cinta roja anudada al cuello y un monumental sombrero de "huasa" con una cintita tricolor en la base de la copa (traje que es en realidad una derivación "moderna" y antojadiza del traje de gala del huaso, el varón, porque en estricto rigor lo que existe como la pareja del huaso es la "China", quien usa un tradicional vestido floreado, con delantal, sin sombrero, atuendo inapropiado a la hora de hacer promociones). Ofrecía al paladar la degustación de finas empanadas, sí, esas que están hechas de carne, cebollas (más de la conveniente me parece), aceitunas y huevo duro, envueltas en la masa por todos conocida. 

Un cielo raso de guirnaldas tricolores, afiches por doquier, ofertas de asaderas y fierritos, baratas de licores y hasta una zona "dieciochera" conformaban la nueva geografía del lugar. Nuevamente la tortura musical de la temporada se hace presente, esta vez, en forma de "qué bonita va... con su pollerita al viento... laralá laralá laralá". Concursos, bingos y rifas de ocasión, también adornan el paisaje.

"Pase por acá y llévese la "nueva" longaniza para sus anticuchos", anunciaba por un altavoz una voz masculina. Qué pueden tener de "nuevo" las mismas longanizas que compraba el mes pasado al mismo tipo, es un misterio, salvo por el envase que ahora muestra un "chanchito" bailando cueca (con expresión de alegría claro está, nadie mostraría un cerdo con cara de horror por su destino próximo).

Los malls no lo hacen nadita de mal, al adherir a las celebraciones, sólo que el dieciocho se torna un tanto plástico y artificial en estos sitios... diría que es incompatible... pero la diosa publicidad todo lo puede, al parecer.

El Dieciocho de las calles

Los taxistas y micreros son los primeros en adornar su automóvil con motivos ad-hoc. Unos se las ingeniarán para enganchar una cinta bajo la tapa del motor, haciendo una V sobre el parabrisas. Otros, al más "presidencial" estilo, pondrán un par de banderas a cada lado de los focos delanteros, la chilena a la izquierda y el escudo a la derecha. Claro que, quien aborde alguno de estos vehículos, no espere escuchar tonadas dieciocheras o similares, porque lo más probable es que tenga que tragarse una cumbia de mediodía o a un locutor con acento medio brasilero anunciando canciones cebollentas en medio de un eterno "Una, dos, tres horas y todavía-no-la-veo-venir... plantado, me dejó plantado..." para anunciar la hora.

Creo haber escuchado alguna vez que por ley, era obligación colocar una bandera chilena en cada casa, bien sea izándola en un mástil o colgándola de la ventana... es tan infrecuente que se cumpla con esta norma que ya ni partes sacan, y parece casi un patriota fervoroso quien lava y plancha la bandera que luce su hogar. 

Los circos aparecen nadie sabe de dónde, plagando el paisaje diario de un buen sector de la población, asustando a más de algún vecino despistado, que despierta con el rugido de los leones por la noche. 

Las Fondas y Ramadas

Ahora, y siguiendo tiempos modernos, las podemos encontrar muy cerca de nuestro hogar. Muchos alcaldes pretenden obtener beneficios paras sus comunas abriendo fondas a la vuelta de la esquina. Vamos a ver qué pasa con "Luciano Bello" y su fonda ¡en casa Piedra nada menos! ¿se entretendrán con sus "shistes" en el barrio alto?, con el perdón del pintoresco personaje, me parece mucho mejor una verdadera fonda chilena como la "Henry Fonda" animada por el único grupo chileno moderno que se la ha jugado por lo nuestro, "Los Tres".

Las fuerzas de la naturaleza también adoptan usos que se perpetúan en el tiempo, pasando a formar parte, algunos, de lo que consideramos tradicional en estas fechas. Así, que llueva justo el dieciocho no es novedad para nadie. Puede haber la sequía más espantosa durante todo el invierno, pero el problema hace un paréntesis precisamente en la semana patria, para alegría de los meteorólogos y lamento plañidero de los fonderos, quienes, llueva o no, siempre expresarán más de alguna queja. Si este año no llueve, el descontento de seguro estará relacionado con la famosa crisis Asiática.

El Dieciocho de los barrios

Los únicos que no parecen disfrutar mucho con las fiestas son nuestras fieles mascotas. En efecto, gatos y perros tienen la fuerte sospecha de que pueden ser los primeros en asistir a asados y parrilladas, sólo que no en calidad de comensales, ya que corren serio riesgo de terminar ensartados en pedacitos en algún fierro puntiagudo o dando vueltas en una parrilla; es que los carniceros improvisados merodean libres en los barrios. Se me ocurre que "anticucho" tiene un significado bastante más oscuro de lo que parece. Que a nadie extrañe si en algunos años estamos consumiendo "anti-perros" o algo parecido.

"Sus servidores de siempre, les desean una felices Fiestas Patrias.. camión recolector 35". La tarjetita tiene tanta validez como una factura... indefectiblemente será cobrada en dinero o especies por uno de los trabajadores del citado camión recolector de basura, un hombre que pasará el mismo día de la celebración mostrando una inusual nariz rojiza, exhalando un hálito dudoso, acompañado por un grupo de trabajadores que estarán medio recogiendo, medio desparramando los tarros de basura, en todo caso radiantes de alegría. 

Donde sí se puede decir que la incertidumbre reina, es en los pequeños boliches de barrio, esos que venden chicha en botellas de pisco. Nunca se sabe cuál botella será la "marcada", si acaso lo son todas. Los temerarios que consumen de estos brebajes, enfrentan decididos la no muy vaga posibilidad de pasar el resto de la fiesta sentados en el baño, y nótese que ya pasó el tiempo ese en que la chicha se obtenía después de escupir uvas trituradas entre diente y saliva.

La Parada Militar

Para mí, empieza una semana antes, con continuos y molestos BBBRRROOOOOMMMMMMM, causados por aviones supersónicos que sobrevuelan las cercanías ensayando formaciones, los tacos descomunales en las cercanías del parque O'Higgins provocados por el arribo de miles de uniformados a las prácticas, contingentes de carabineros cortando el tránsito...

Y la parada... espectáculo familiar ciento por ciento. En realidad es una demostración de poderío militar, de disciplina, de años de preparación, de entrega a la institución, las armas, la patria... La parada es tal vez la única ocasión en el año en la cual la milicia se acerca un poco al chileno medio, a la familia. Por eso, no es extraño ver cientos de niños tomando helados, a caballito sobre los hombros de sus padres, algunos pequeñines marchando con porte marcial, familias volviendo año tras año a admirar un espectáculo que en esencia no cambia, y que salvo leves variaciones en formación, armas o disposición y a no mediar alguna pirueta inopinada del señor de la guaripola, es el mismo. 

En fin, volantines, empanadas y copete, circos, carreras de perros, empanadas y copete, recuentos de muertos en accidentes de tránsito, pérdidas por los fonderos, empanadas y copete, reportajes especiales en la tele, cuecas y tonadas al por mayor, empanadas y copete, rencillas por borrachos a destajo, promociones, oportunistas, empanadas y copete, desfiles, pasarlo bien y tirar la casa por la ventana, de recordar nuestro Chile y olvidarnos un poco de las tensiones... ahhh y empanadas y copete, eso es el dieciocho... ¡¡¡Viva Chile Mierda!!!
 


CUCHO


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