Número 8 - Enero 1999 |
¿Alguien puede explicarme Una de las diferencias más importantes entre el teatro y el cine, es que las obras teatrales están pensadas para ser puestas en escena una y mil veces ya que se basan en la interacción directa entre el público y los actores, interacción que es elemental para los propósitos del guión y para la trascendencia de la obra en sí. Lo que hace famosa a una obra, conocida, y que perdure a través de los años es precisamente el que ésta sea interpretada y reinterpretada por distintas compañías, en distintos idiomas, distintos países, etc. En cambio, una película, al ser una filmación de la cual se pueden hacer copias y luego distribuirlas alrededor del mundo, perdura en el tiempo e interactúa con millones de personas sin que exista la necesidad de rehacer la filmación cada vez que se desee volver a ver la película. Los guiones de cine, generalmente están pensados para ser llevados a la pantalla una vez, por un director, un grupo de actores y un equipo de producción, pero siempre existe la posibilidad de que éstos sean revendidos y vueltos a poner en pantalla, ya sea reinterpretándolos de acuerdo al estilo del nuevo director, lo que hace que el remake sea interesante, o simplemente rehaciendo una copia exacta de la primera versión, lo que bajo mi punto de vista, no tiene sentido. Es decir, si se va a rehacer una película o retomar una historia previamente filmada para refilmarla, como en el caso de la historia del Titanic o el holocausto, se debe tomar el tiempo necesario para reinterpretar el guión o escribir un nuevo guión y con ello producir una película independiente de la original, que trascienda por sí misma. Un ejemplo de esto es Ardiente Paciencia de Antonio Skármeta (1984) e Il Postino de Michael Radford (1995) Hollywood se ha caracterizado por sentir la necesidad de rehacer películas antiguas, producidas por sus estudios, y películas extranjeras, siguiendo al pie de la letra el guión original y muchas veces copiando el estilo del director, como por ejemplo, La Femme Nikita de Luc Besson (1990) y Point of No Return de John Badham (1993) con Bridget Fonda. Pero aunque se intente hacer una copia exacta, midiendo el largo de las tomas de cámara, los movimientos, etc., siempre queda algo de lado que hace que sea imposible que el remake exista al mismo nivel del original, siempre queda bajo su sombra. Durante los últimos meses del 98, Alfred Hitchcock y sus películas han retomado su popularidad en Hollywood, siendo estrenada en el mundo Un Crimen Perfecto (Andrew Davis, 1998) la cual está basada en Dial M for Murder (Hitchcock, 1954). En octubre se presentó, en Estados Unidos, una nueva versión de La Ventana Indiscreta (Hitchcock, 1954) hecha para televisión, y donde actúan Christopher Reeve y Daryl Hannah en los papeles que antes interpretaran James Stewart y Grace Kelly. Y pronto se encontrará en los cines del planeta, el remake de Psicosis (Hitchcock, 1960) dirigida por Gus Van Sant, cuyas películas anteriores han recibido el aprecio de críticos y espectadores. De las tres versiones que hasta ahora se han hecho de películas Hitchcock, Psicosis de Van Sant me hizo cuestionar una vez más esa manía, que tiene Hollywood, de rehacer películas al pie de la letra. La versión de Van Sant, de la famosa película de este director (Psycho, 1960), reproduce cada detalle de movimiento de cámara, edición y diálogo, pero da como resultado una mala copia del original. No podría haber encontrado un mejor ejemplo para ilustrar cómo el rehacer una película recreando el original en cada detalle no tiene sentido, primero porque el original está disponible para ser visto cuando se desee, y segundo porque aunque se intente hacer una copia exacta del original nunca se logrará reproducir el estilo, la genialidad y el arte que está detrás de una filmación. La película de Van Sant demuestra que lo que hace que una película funcione con la audiencia, va más allá del largo de las tomas de cámara, simplemente no puede ser recreado usando las matemáticas más aún si se trata de una película de Hitchcock. Es increíble cómo estas dos películas siendo tan parecidas son al mismo tiempo tan distintas. Psicosis de Van Sant, carece de vida y suspenso. El primer error de este director fue rehacer una película así de importante en la historia del cine, una película que mucha gente ha visto y, que se dice, ha cambiado el curso de las películas de horror. El segundo error, fue creer que imitando a Hitchcock en cada toma, podría reproducir la tensión y el suspenso que caracterizan sus películas. Por ejemplo, en la nueva Psicosis, se nos dice que todas las personas que Marion Crane (Anne Heche) encuentra en su camino, desde el policía hasta Bates (Vince Vaughn), sospechan de ella, saben que está escondiendo algo, pero la verdad es que nunca sentimos su desesperación al verse acosada y con sentimiento de culpa, tampoco nos queda claro cuánto, la gente que la rodea, sospecha de ella. La versión de Van Sant tiene 4 cosas nuevas, color, el trasero del amante de Marion en la escena primera cuando éstos conversan en la pieza de un motel, la escena donde Bates observa como Marion se desnuda en el baño a través del agujero en la pared, a la cual Van Sant le agregó el sonido de Bates masturbándose mientras la mira, y la famosa escena de la ducha, la que está entrecortada con una serie de imágenes sin sentido ni conexión, tal vez tratando de reflejar el estado mental de Bates, lo que piensa Marion mientras la matan, o en el mejor de los casos, tratando de quitarle seriedad a la escena, haciendo una parodia de las películas de ciencia ficción-horror de Hollywood en los años 50. La elección de los actores, tampoco parece haber sido hecha en forma muy sabia. Vaughn no interpreta su propio Norman Bates, sino que intenta recrear la interpretación de Anthony Perkins, y no le resulta. El actor no es lo suficientemente extraño, es grande y masculino, no posee la apariencia de niño reprimido, ni la cierta ambigüedad sexual de Perkins, lo que lo hace poco convincente. En el desenlace, cuando la señora Bates es descubierta y Norman aparece con la peluca de su madre dispuesto a atacar, en vez de producir shock, como en la película original, causa risa. Tampoco Heche logra comunicar la sensualidad de Janet Leigh en el rol de Marion, la actriz hace más gestos faciales que Leigh para señalizar qué está pensando, sobre todo en la escena cuando está empacando y decide robar el dinero, pero realmente no es necesaria tanta mueca. Imagino que la idea de rehacer este clásico, fue apelar a la audiencia joven que nunca ha visto la original, también, capitalizar a través del status legendario de la película de Hitchcock, y atraer a los curiosos. De cualquier modo, es mil veces mejor, para los jóvenes que no han visto el clásico, que en vez de ir a ver esta nueva Psicosis a los cines, planeen una tarde en casa y arrienden la original en los club de vídeo. Para los curiosos que conocen la película de Hitchcock, y para los amantes y estudiosos del séptimo arte, la comparación entre el original y el remake, es un buen ejercicio en teoría del medio ya que demuestra, una vez más, que se requiere más que saber usar las cámaras y conocer las medidas de tiempo y espacio, para hacer cine. Azul también escribe para la revista española Estrellas. Te invitamos a ver sus comentarios de películas bajo la sección Directo U.S.A. ¿Deseas que AZUL escriba sobre algún tema de tu interés?, o ¿quieres hacerle llegar tus comentarios o preguntas? Escribe a azul@atico.cl y ella gustosamente te responderá. |