Número 6 - Octubre 1998 |
¡Ay!... ¡la guerra! Salvando al
Soldado Ryan
Por lo general, las películas de cada director comparten entre sí características comunes, que las hacen reflejo de la capacidad creativa y de la forma de expresión de un director determinado. En el caso de las películas de Steven Spielberg, estas características comunes son la importancia de paisajes naturales y de escenarios suburbanos, la presencia de temas donde la familia y el mundo de los niños juegan un papel primordial, y donde la presencia de fuerzas ajenas amenazan el bienestar de las personas, haciendo que gente común y corriente se vea enfrentanda a circunstancias completamente fuera de las acostumbradas, que las hacen reflexionar, muchas veces, produciendo un cambio de actitud frente a la vida y el mundo. Ejemplos de esto, es posible encontrar en cada una de sus películas, desde las de acción, suspenso y aventura como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977) donde la aparición de extraterrestres y la comunicación que se establece entre ellos y científicos, más importante, entre ellos y el protagonista, produce un cambio en la personalidad de cada uno, entregando la espiritualidad que necesitaban para llenar el vacío que sentían; hasta dramas históricos como La Lista de Schindler (1993) donde el bienestar de miles de personas se ve amenazado por las creencias del nazismo, y las circunstancias a las que se enfrenta el personaje principal, hacen que éste cambie su actitud hacia la vida, desarrollando nuevos valores centrados en el respeto a las personas y la familia. Salvando al Soldado Ryan, la última película de este director, se sitúa en la Segunda Guerra Mundial, específicamente en el desembarco de las tropas aliadas en Normandía, lo que se conoce como el "Día D", y los acontecimientos que le siguen a ese ataque. Desde la escena primera se nos presenta la familia, a través de las imágenes de un veterano de guerra que camina junto a su esposa, hijos y nietos en un cementerio militar, y que luego, al mirar las cruces, recuerda su participación en la guerra. La idea de la familia como entidad primordial, la cual debe ser protegida y respetada, está presente durante toda la película, mediante el tema central que es la orden que recibe el escuadrón al mando del capitán Miller (Tom Hanks), de encontrar y rescatar a un soldado, quien es el único posible sobreviviente de cuatro hermanos que han sido enlistados para combatir en la guerra, y llevarlo de vuelta a casa y la madre, sano y salvo. La familia no sólo esta representada de la forma común, padres e hijos, sino que también a través de la actitud que tienen los soldados entre sí, esta es una actitud que asemeja la de una familia numerosa donde todos se ayudan mutuamente, y donde existe una cabeza, que como figura paterna, los guía. En la película, esta figura paterna esta representada por el comandante Miller, a quien todos respetan, y se sienten intrigados por el cierto misticismo que lo rodea, el cual es provocado por la reticencia que tiene de hablar de sí mismo y de su vida antes de la guerra. Los soldados, como hermanos, cuentan unos con otros para protegerse mutuamente durante el combate y para asegurar que las cartas que le han escrito a los familiares en caso de morir en combate y que llevan consigo, lleguen a su destino. Aquí están las escenas donde uno de los soldados del pelotón de Miller, muere al tratar de salvar a una niña de la casa destruida en la que estaba con su familia, para llevarla al campamento, uno de sus amigos toma la carta cubierta de sangre que este tiene en su bolsillo, y luego la pasa en limpio. Tanto Miller como los soldados de su escuadrón son personas comunes y corrientes que se ven envueltas en una situación fuera de lo que acostumbran, la guerra. Cada uno de ellos tiene una profesión además de ser soldados, o completamente ajena a ser soldado, como el personaje del traductor que esta ahí para dar informes de prensa y que es incorporado en el escuadrón de Miller, para buscar al soldado Ryan entre los distintos pelotones, por su conocimiento de idiomas, pero nunca a disparado un arma. De una forma u otra la guerra marca a cada uno de los personajes, tanto a través de la pérdida de los amigos, el constante temor a perder la vida, como por la destrucción y muerte causada por ellos mismos. Esto se observa con más fuerza en las ultimas escenas donde los soldados preparan una emboscada escuchando un disco de Edith Piaf sobre un amor perdido, y reflexionan sobre sus vidas, el pasado y lo que están por hacer. La escena final, antes de los créditos, es particularmente importante en establecer los efectos de las experiencias vividas durante la guerra, y la explosión de emociones que causa el recuerdo. Las escenas de combate de esta película no contienen el sensacionalismo tradicional de las películas de guerra, no son sentimentalmente manipulativas sino que estremecen por lo crudo de su realismo. Se plantea lo extraño y ajeno que es la guerra para cada uno de los que se ven expuestos a ella, pero no cuestiona las razones detrás del enfrentamiento, ni se refiere a éste como si fuese un infierno en el que los soldados se ven forzados a participar, sino que más bien un infierno en el cual el patriotismo es la fuerza clave, siendo así casi un honor participar. Esta representación tal vez se deba a que se trata de un conflicto en el que Estados Unidos tuvo un papel clave en el desenlace que impidió el avance de las tropas nazis por Europa, contrario a otras películas que tratan de conflictos menos gloriosos para Estados Unidos, sobre todo las que se refieren a Vietnam, como Pelotón (Oliver Stone, 1986), por mencionar una excelente, donde la guerra es reflejada como el exterminio de la vida humana, y la participación de los soldados se ve envuelta de un ambiente de duda, de una sensación de verse atrapados en un conflicto que no les pertenece. La visión de la guerra en Saving Private Ryan abarca todo, permite mostrar patriotismo, pánico y desconcierto, las decisiones de los soldados nunca son planteadas como fáciles y en más de una ocasión resultan ser fatalmente erradas. Como los soldados, el público se siente viviendo el conflicto y percibe como imposible el descanso en cada una de las crisis y escenas de combate. Esta película está repleta de escenas crudas, las cuales están presentadas y coreografiadas de una forma extraordinaria, ofrece actuaciones sorprendentes y una música fenomenal. Salvando al Solado Ryan es la tercera
película de Spielberg que se centra en hechos históricos,
sus dos anteriores, que vale la pena recordar y volver a ver, son La
Lista de Schindler (1993) y Amistad
(1997).
Azul también escribe para la revista española Estrellas. Te invitamos a ver sus comentarios de películas bajo la sección Directo U.S.A.
¿Deseas que AZUL escriba sobre algún tema de tu interés?, o ¿quieres hacerle llegar tus comentarios o preguntas? Escribe a azul@atico.cl y ella gustosamente te responderá. |