EL NEFASTO PARADIGMA AFRICANO
El pasado martes 16 de enero murió Laurent
Kabila, presidente de la República Democrática del Congo
(RDC). Su
confusa muerte marca un nuevo capítulo de la convulsionada historia
independiente de los países africanos.
Se han originado diversas versiones para explicar su deceso, entre
las que se cuentan que fue asesinado por su propio guardaespaldas o incluso
por el Viceministro de Defensa. Además, se ha especulado que lo
ultimó uno de los mismos que en el pasado fueron entrenados para
su guardia personal, los menores de edad conocidos como los "niños
soldados”.
Cualquiera haya sido la causa de su deceso, este hecho ejemplifica
la sangrienta historia de esta nación de cincuenta millones de personas
enclavada en el corazón de África.
Resulta inconcebible que la RDC (hasta hace poco conocida como Zaire)
esté enfrascada en una guerra civil tan compleja mientras su población
sufre de una pobreza tan miserable. Pero lo más indignante es saber
que es un país de un extraordinario potencial de riqueza.
Dotada de enormes recursos minerales, cuenta -por ejemplo- con una
de las mayores reservas de diamante del globo. También tiene uranio,
cobalto, cobre, oro y petróleo.
Por otro lado, las bellezas
naturales de la RDC son incomparables. Dentro de sus espesas selvas
tropicales se cobijan grandes recursos forestales, pero sobre todo una
fauna asombrosa: elefantes, rinocerontes, cocodrilos, gorilas, etc., además
de exóticos insectos y una riquísima variedad de aves. El
parque nacional de Upemba es uno de los parques nacionales más importantes
del mundo; la capital Kinshasa está unida con el puerto
de Matadi por las cascadas del río Zaire; el magnífico
lago Tanganica sirve como una de las fronteras de su extensa superficie
de más de 2,3 millones de kilómetros cuadrados.
A pesar de lo anterior, los habitantes de la RDC a duras penas sobreviven
con algo menos de 13 dólares mensuales, según las estadísticas
del Banco
Mundial. Más de la mitad de la mitad de las mujeres y el 30
por ciento de los hombres son analfabetos. Hay menos de un teléfono
por cada 1000 habitantes, contra alrededor de 206 en Chile y 675 en Suiza.
Una simple revisión a algunos hitos de la historia de la RDC
nos da una pauta para entender su situación actual.
Fue colonizada por Bélgica, luego de que Leopoldo II escuchara
al inglés Henry Stanley de sus riquezas. El rey belga posteriormente
se apropió literalmente del país, fundando una compañía
para explotar los recursos del caucho. En 1908 renunció a su posesión
para cederla al estado belga. Pero fue el mismo Leopoldo II que, aparte
de convertirse en uno de los mayores saqueadores de África, se constituyó en
uno de los peores villanos de la historia de la humanidad. Su legado de
muerte, de cientos de miles de víctimas indefensas, todavía
no es reconocido plenamente en Occidente, en donde se estila resaltar las
atrocidades del Tercer Mundo.
En 1959, a un joven congoleño llamado Patrice
Lumumba se le ocurrió pronunciar un incendiario discurso, desencadenando
una gigantesca sublevación que acabó finalmente con el dominio
belga. Así, se proclamaba la independencia del Congo, con el mismo
Lumumba a la cabeza del gobierno.
Posteriormente, la falta de elementos políticamente responsables
para la conducción del país llevó al nuevo estado
a una sangrienta crisis. Mientras tanto, se produce un golpe de estado
llevado a cabo por Mobutu Sese Seko en donde Lumumba es apresado y luego
encontrado muerto. Un ejército de cascos azules de Naciones Unidas
intervino, pero su mismísimo secretario general pereció en
territorio congoleño en un accidente aéreo mientras se dirigía
a la rica región minera de Katanga a solucionar el conflicto.
Tras la intervención de la ONU, se sucedieron una serie de
gobiernos, que acabaron con un nuevo golpe de estado de Mobutu. Los sufridos
congoleños pensaron que ya se habían acabado los despojos
cometidos por los europeos, pero al final los cometió uno de ellos
mismos, ya que Mobutu Sese Seko se hizo uno de los hombres más ricos
del mundo. Su dictadura se extendió por más de tres décadas,
hasta que fue derrocado en mayo de 1997 por Kabila.
Laurent Kabila estudió filosofía política en
una universidad de Francia, donde se hizo marxista. En su juventud también
trabó amistad con Museveni, quien mucho después llegaría
a ser Presidente de Uganda. También conoció a Ernesto Che
Guevara, que asistió a la guerrilla contra Mobutu.
Entre las razones por las que Kabila accedió al poder, están
las pugnas étnicas del Congo. Si el país es rico en recursos
naturales, también lo es en etnias, debido a su posición
central de África donde han convergido muchas migraciones. Las más
importantes son la de los hutus y la de los tutsis, dos etnias acostumbradas
por siglos a sobrevivir en la selva. En 1994, en la vecina Ruanda se cometió
un genocidio de 500 mil tutsis a manos de los hutus ruandeses; cuando los
hutus tomaron el control de Ruanda un millón de tutsis huyeron a
la RDC. Por este motivo Ruanda decidió apoyar secretamente a un
grupo de oficiales descontentos liderados por Kabila, además de
Uganda y Angola. Cada país tuvo diferentes razones para apoyar a
Kabila, pero éste rápidamente se desentendió de ellos
para no ser instrumentalizado.
En agosto de 1998, Ruanda apoyó una nueva rebelión,
esta vez para derrocar a Kabila, lo que desencadenó la cruenta guerra
civil que se libra hasta ahora. El conflicto no tiene precedentes en la
historia independiente de los jóvenes países africanos, y
ya se le conoce como la “primera guerra mundial africana”, debido que varios
de los nueve vecinos de la RDC están involucrados.
Kabila se había ganado rápidamente la enemistad de
la comunidad internacional al poner a sus amigos y familiares en el gobierno,
pero sobre todo por obstruir una investigación de la ONU para esclarecer
la muerte de 100 mil refugiados hutus ruandeses, quienes habrían
sido masacrados por sus hombres. Además, perdió millones
de dólares de ayuda extranjera que él mismo solicitó
para la reconstrucción del país y para el retorno a la democracia.
Entonces, Kabila murió en su ley. Su hijo Joseph ha tomado el mando
de la nación y ya ha visitado Europa para buscar apoyo.
No quedan dudas que la República Democrática del Congo
es una nación de contrastes. La complicadísima configuración
política de la región en estos momentos vive su peor momento,
con una guerra librada en el territorio de un país pero en la que
varios participan. Mientras que las potencias no hacen más que enviar
observadores, la población civil se bate en la desnutrición
y deambulan grupos armados de uno y otro bando. Han tratado de ponerse
de acuerdo pacíficamente, pero visto en forma objetiva la conflagración
no tiene ninguna solución razonable en el corto plazo. Peor aún,
en Occidente ya nadie se horroriza, ya que nos hemos acostumbrado a ver
noticias bélicas provenientes de África. Ahora la situación
es realmente grave, pero ya es muy difícil crear conciencia.
ADRIAN PEÑALOZA SEGOVIA
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