JORGE VELOSO MANRIQUEZ.
Un periodista de la vieja escuela.

"Después de mi nacimiento hubo bailes a granel, la gente bebió hasta la pérdida del conocimiento. O sea, ya se adivinaba que había un prócer en camino. Mi mamá dijo 'claro, este cabro nació feo', y por eso no me dió pecho, me dió la espalda. Pero ella reflexionó 'tendrá que ser inteligente'. ¡Y que le haya achuntado la vieja...!"

Jorge Veloso es porteño de nacimiento y "patiperro" por opción. En sus 62 años ha recorrido desde Atacama hasta Concepción, siempre buscando mejores oportunidades de trabajo. La Tercera, La Unión de Valparaíso, Radio Portales, Televisión Nacional, Radio Cooperativa y ahora el diario El Centro de Talca, han sido testigos de su trabajo. También fue inspector de obras de la Municipalidad de Valparaiso, estuvo en la construcción de la mina El Salvador (en Atacama), estudió leyes y administración. Se ha casado dos veces y convivió otra. Tiene tres hijos que lo quieren (Valentina Veloso Leal, Jorge Veloso Medel y Juan Pablo Veloso Aedo) y el cariño de la gente de Talca.

"A los 18 años yo estudiaba segundo de leyes en la Universidad Católica de Valparaiso. Mi papá se había ido de la casa y yo tuve que buscar pega. Pero con segundo de leyes no encontraba trabajo en ninguna parte. Entonces me pasé a la Facultad de Ciencias Económicas... y me topé con la alta matemática. ¡No le achuntaba a ni una! Me tenían Knock Out. Y la presión por trabajar... Y mira lo que es la cosa. El diario La Unión crea una escuela de Periodismo en convenio con la Universidad Católica. En la primera reunión nos ordenaron hacer una crónica sobre Valparaíso".

Don Jorge entrevistó a las juntas vecinales de un cerro, les preguntó sus problemas, habló con el jefe de obras municipales... y entregó su trabajo.

"Yo estaba rodeado de sacerdotes, abogados, profesores, puros gallos de alta intelectualidad. Entonces me dije 'ch, aquí tampoco voy a dar ni bola'".

Pero su crónica fue la mejor del curso. Entonces se le acercó el director de La Unión y le ofreció un puesto en la sección deportes. Su carrera de periodista comenzó.

"Pero ahí me di cuenta que los periodistas ganamos re poco. Yo quería pasar a la planta, y no lo hacían nunca. Y veía a unos viejos de bigote blanco igual que los tengo yo ahora y decía 'bueno, cuándo irán a jubilar estos gallos para que me den espacio a mí'. ¡Es lo mismo que están diciendo los que están llegando al diario'. (se ríe)"

Ahí estuvo tres años. A los 21 un amigo con el que iba a jugar al cacho y a los naipes en el restorán La Puerta del Sol, le consiguió una entrevista con Jorge Valderrama, el encargado del departamento de empleos de la mina El Salvador. Hasta los pasajes de avión le dió. Y partió.

"Nunca había volado en bimotor. Llegué a un peladero tremendo. Habían unas camionetas verdes y yo me puse a esperar micro. Entonces se comenzaron a ir, perdiéndose entre los cerros. Menos mal que me subí a la última camioneta, o si no todavía estaría allá congelado. Estuve allá tres años hasta que concluyó la construcción. Terminamos lo nuestro y nos dieron el chute".

Volvió a La Unión y siguió ganando poco. Entonces habló con el director, Don Alfredo Silva Carvallo, para que le ayudara con una tarjeta para viajar a EEUU.

"Yo quería ganarme la plata allá, en algún diario escrito en español. El me desalentó diciéndome (imposta la voz) 'mira muchacho, allá hay mucha competencia, mucha competencia...'. Yo tenía hasta el pasaje de barco listo. Incluso había hablado con el presidente del sindicato para que me aguantaran, porque no dejan que nadie se suba a trabajar en los barcos sin ser sindical izado.

¿Entonces que hizo?

"Me fui pa' Santiago, poh negro. Me fui al diario La Tercera a trabajar en deportes. El jefe de cuerpo era Manuel Larraín. Y ahí combinaba yo con la agencia Orbe. Con Orbe hacía crónica de Lunes a Viernes (o sea ministerio: educación, salud, agricultura) y los viernes, sábado y domingo, puro deporte en La Tercera."

Trabajando a todo vapor, don Jorge enviaba dinero a su mamá en Valparaíso y en la noche se iba de juerga:

"... a mí me sirvió mucho porque en la noche, como gallo soltero que era, iba a farrear a todos los locales nocturnos con periodistas de todos los medios. De La Ultima Hora, de la radio Agricultura de la Portales... y ahí nos reuníamos todos en dos mesas juntas. Entonces me hice conocido de muchos periodistas viejos que yo admiraba"

¿Las noches de bohemia siguen igual?

"No. Ha cambiado totalmente la pelota. Los periodistas de ahora parecen empleados bancarios. Llegan muy temprano a la crónica y a las seis de la tarde ya no existe nadie. Esa hora la ocupan para hacer pitutos. Ya no existe compañerismo"

¿En el diario El Centro es así?

"No. Como somos tan pocos nos llevamos bien. Nos llevamos bien".

Don Jorge se pierde en sus pensamientos. La mirada navega por el infinito y deja de hablar. Toma un poco de café.

¿Cómo llegó a Talca?

"Mira, yo era periodista policial en La Tercera. Estaba en la redacción escribiendo a todo full, cuando Raúl Alfaro, el jefe de crónica, preguntó '¿quién quiere irse a la radio Portales?'. Yo me dije: radio Portales, Valparaíso, vuelvo a mi tierra. Salté como un resorte y dije ' ¡Yo!'. 'Bueno, te hago todos los papeles y mañana hablamos'. Al otro día me pasaron los papeles y fui a la gerencia para pedir plata pa'l viaje, la liquidación de sueldo y toda la pelotera. ¡Y cuando veo que los pasajes dicen Talca! 'Oye, ¿pero no es la Portales de Valparaiso?' 'No poh, si es la Portales de Talca'. Y yo me preguntaba '¿Qué tiene que ver la Portales con Talca si allá no nació Portales?'. Bueno, pero miré el mapa y dije 'está equidistante de Valparaiso. Los fines de semana puedo seguir chupando aquí en Santiago'". 

Así, en 1961, Jorge Veloso llega por primera vez a Talca. En 1966 se casó con Luisa Leal Gutierrez. De ese matrimonio nació su primera hija: Luisa Valentina Veloso Leal. Cuatro años más tarde se separaron por "incompatibilidad de caracteres".

"Valentina tiene su resentimiento. Ella nunca me ha perdonado el hecho de que me haya separado de su mamá".

Pero Valentina dice que no hay rencor, porque es una de las personas que más quiere.

¿Todavía reta a su hija?

"Claro."

¿Por qué?

"Porque el padre siempre tiene que estar orientando..."

¡Pero tiene 28 años!

"Sí, pero aunque tenga cuarenta. (se rie nerviosamente) ¿Y cómo supo ud. que yo retaba a mi hija? ¿Quién te lo dijo?"

Secreto profesional. No puedo revelar mi fuente.

"Muy bien, ud. siempre tiene que mantener sus fuentes en reserva"

¿Por qué la reta?

"Por cosas que no tienen mayor importancia... porque no me ha llamado, la echo de menos. Porque tiene tanta actividad esta cabra que puede verme a la hora de almuerzo. Y no todos los días. La echo de menos ".

La careta cayó. El tipo tallero se ha replegado y me encuentro con el hombre. El mismo lo reconoce:

"Uno siempre está representando un papel".

Alega que el periodismo es una bonita carrera, pero que es muy mal remunerada. También que él debió ser abogado, pero que su padre lo frustró:

"Yo en el infierno le voy a decir bastantes barbaridades a este viejo cuando nos juntemos, porque a mí no me hubiera importado que se fuese de la casa. Lo que me importó fue que el viejo me cortó mi carrera. Yo tengo vocación para ser abogado. Yo habría soñado ser un buen abogado en Valparaiso. Habría sido de los buenos, habría incursionado en política y hoy sería diputado. Quizás hasta reelecto. Pero aquí me tiene usted, como un humilde reportero criminal en Talca.

Yo me defino como un anarquista sentimental porque me metí al peridismo para corregir los males del mundo. Y resulta que después de cuarenta y tantos años he llegado a la conclusión de que no he aportado nada, que soy un fracasado del porte de un buque porque... claro que hay gente que me consuela y me dice 'no, quizás cuantas personas habrán leído alguna crónica, alguna entrevista tuya y tal vez alguna frase que dijiste la hizo cambiar pa' mejor'. Pero no es un consuelo".

¿Y en su vida personal?

"Esta pregunta se relaciona con nuestras queridas enemigas... Ha sido una vida de dulce y de grasa. Porque las tres veces he ido con el corazón abierto, con buena intención, pero lamentablemente la cosa no se concretó. Ni siquiera la presencia de un hijo en cada oportunidad me retuvo. Y seguí con mi carrera. Entre la carrera y la cuestión sentimental, pa' mí la carrera. Pero estoy agradecido de las mujeres que he tenido en mi vida porque ellas me soportaron muy bien. Fui yo el que por mi mal carácter güeón, y por mi vida disipada e irresponsable, tuve la culpa en un 80 %. Eso es cierto".
 
 

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