EL RECICLAJE DE LAS AGUAS SERVIDAS
Tradicionalmente el agua ha sido considerada como el solvente universal, capaz
de transportar, asimilar y hacer desaparecer los residuos que el hombre
genera. Aceite, orina, arsénico, todo cabe en el agua y ella mágicamente
podrá volverlos inofensivos. Pero el nivel de contaminantes es demasiado
alto. La velocidad y cantidad de basuras que se arrojan a las aguas es
tan grande que la naturaleza no tiene tiempo de asimilarlas (es decir,
transformarlas en elementos no nocivos). Un ejemplo de esto son las aguas
que vienen de los baños y van a parar a los ríos sin haber
recibido un tratamiento previo.
¿Se puede hacer algo para impedirlo? Sí. Y existen
diversos sistemas de tratamiento para estas aguas. Se puede hacer con aire
(aeróbicamente) o sin aire (anaeróbicamente).
El sistema anaeróbico se aplica desde tiempos de la colonia
y consiste en fosos sépticos, que son dos hoyos que se encuentran
conectados a través de un tubo. Sobre una de las fosas se instalan
los baños. Allí van a parar las fecas y la orina, las que
decantan y se acumulan en el fondo. Los líquidos pasan por el tubo
a otro hoyo, en donde son filtrados con bolones (piedras grandes y redondas).
El problema de este sistema es su lentitud y el riesgo de que las aguas
contaminadas se filtren a través del suelo y lleguen a las napas
subterráneas.
El sistema aeróbico utiliza el mismo principio de las fosas
sépticas, pero las aguas son tratadas y desinfectadas. Un ejemplo
es la digestión aeróbica por aireación extendida.
Ese nombre tan raro significa que en un gran tambor se reproduce el sistema
digestivo humano y allí se procesan las aguas servidas.
La máquina digestiva
El agua va a una gran recámara subterránea dividida
en tres compartimentos, que tienen las mismas bactérias que hay
en el estómago. En el primero entran las aguas negras y allí
se acumula el lodo. Luego el líquido y pequeñas partículas
de sedimento pasan al segundo compartimento, donde las aguas son aireadas.
Entonces actúan unas bacterias que nacen naturalmente por la presencia
de restos de alimentos y grandes cantidades de oxígeno. Ellas digieren
y limpian el agua más rápido que las fosas sépticas
y no producen mal olor.
El líquido
pasa luego a un tercer compartimento. Allí se sedimenta y se clarifica
el agua que viene de la recámara anterior y es enviada a una cámara
de desinfección por rayos ultravioletas. El resultado es agua absolutamente
limpia, esterilizada (sin bacterias de ningún tipo) que puede ser
usada para el riego. El problema de este sistema es el costo (alrededor
de un millón y medio de pesos, una máquina con capacidad
para procesar el agua generada por cada cinco personas).
La Empresa Metropolitana de Obras Sanitarias (EMOS)se
encuentra realizando un plan de largo plazo para crear la infraestructura
necesaria para tratar el 100% de las aguas servidas de Santiago. El programa
comenzó en 1993 y continuará hasta el año 2009, cuando
se prevé que las instalaciones estarán finalizadas. El costo
de este plan alcanza los 500 millones de dólares (unos ¡258.000
millones de pesos!) Es en este plan donde se inserta la Planta Santiago-Poniente.
Ubicada en el sector de La Farfana, en la comuna de Maipú, es la
primera planta de tratamiento de aguas servidas de la capital. Desde el
11 de agosto de 1993, atiende a una población aproximada de 150.000
habitantes y está diseñada para trabajar con un caudal medio
de 200 litros por segundo (alrededor de 720.000 litros por hora)
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