DE COBRADORES AUTOMATICOS Y OTRAS YERBAS
Decía un cuento feliz de hace un par de años que las
micros iban a incorporar unas
benditas maquinitas que iban a aliviar la tan difícil pega de los
conductores... decía el cuento que ya no se iban a preocupar más
de los pillos que trataban de hacerlos lesos con las monedas o billetes,
de alegar contra la viejecilla que nunca se enteró que había
subido el pasaje y menos de boicotear a los escolares y su pase rebajado;
que les iban a quedar las manos y los sentidos libres para preocuparse
del tránsito, de llevar la máquina derechita por la calzada,
sin chocar “inocentemente” contra postes, locales comerciales, taxis, vehículos
en general, peatones despistados que cometieron su última infracción
en la tierra... sin atropellar al perro favorito de la familia o al paco
de la esquina, sin acriminarse con el semáforo de última
tecnología del cruce más top de Santiago.
Las micros se llenaron de letreros que decían: "Usted maneja
esta micro" (¡JA!) o bien: "Para que todo ande mejor, manéjese
con monedas" (otro ¡JA!)
Eso decía el cuento. ¿Y qué pasó?
Mi memoria de bruja en vísperas de un nuevo año nuevo
me dice que las dichosas maquinitas se instalaron como por ahí por
comienzos del 1999; todos los dueños de micros decían y alegaban
que el cobrador famoso costaba una barbaridad y que iba a servir sólo
para hacer tacos a la entrada de la micro, que no servían, que las
calles de Santiago abarrotadas de hoyos cuatridimensionales las iban a
atascar, y otras tantas linduras que ya no recuerdo. Como el gobierno de
turno de este país siempre dice que se preocupa por los habitantes
de esta larga y angosta faja de tierra (sí, ya sé que es
un lugar común ), decidió ofrecer
la alternativa de contratar un cobrador humano; la cosa era que definitivamente
el chofer no tuviera que preocuparse de contar monedas y billetes.
Si mal no recuerdo debían empezar a funcionar a mediados de
1999. Como los micreros se hicieron los lesos que daba gusto, la cosa se
postergó para mediados de año.... no pasó naaaada.
Por ahí por enero de este primer año del segundo milenio
el gobierno les apretó por última vez las clavijas a las
asociaciones de dueños de micros y los obligaron a poner en marcha
la maquinita... que a todo esto llevaba casi un año instalada en
las micros llenándose de polvo y smog. Había que hacer producir
los 4 millones de pesos que costaba cada una.
Y he aquí que los santiaguinos empezaron a alegar por las
monedas, que había pocas, que la máquina infernal se la tragaba,
que eran muy lentas, que se armaba el taco en la puerta de la micro. No
faltó la señora gorda tipo doña Tremebunda, la suegra
de Condorito, que
quedó atascada en el torniquete de acceso... los vendedores de helados
Panda se tuvieron que acostumbrar a pasar por debajo del aparatejo... y
la gente de tooooodos los locales comerciales de la metrópolis se
acostumbraron a reclamar de las pocas monedas que habían.
Por su parte
el Ministerio de Transportes
y Telecomunicaciones instauró una campaña pro denuncia
en contra de los choferes porfiados que no se sometieran al sistema nuevo.
Era (y es) cosa de llamar a un teléfono o entrar al sitio web, http://www.enaccion.cl/servicios/denuncia.htm
, con la patente del vehículo en cuestión, hora y lugar de
los hechos y ya. A los días te llegaba (llega) una carta agradeciendo
la colaboración y dando cuenta de la cantidad de problemas solucionados.
Si se trataba de un chofer que se negaba a usar el cobrador automático...
como aquel individuo insurrecto que un día me contestó: "no
mijita, ¡esas máquinas conmigo no!"... para su mala pata me
tocó tomarlo por segunda vez; a la segunda denuncia de mi parte
se le quitó la licencia, pues ya tenía otras “yayitas” por
ahí...; si la cosa era y es por humos visibles es lo mismo: patente,
hora y lugar del hecho. Un par de veces me llegó carta avisando
retiro del vehículo.
Pero volviendo a los famosos cobradores.... puede que no sea el sistema
más acertado, pues es un tanto lento, sobre todo cuando el pasajero
poco avispado decide usar la ranura en vez de la puruña; pero ¿por
qué será que en Buenos
Aires la cosa si resultó? A mi breve paso por esa húmeda
ciudad un par de meses atrás, observé que los herrmanos de
la Rrrrrrepública Arrrrrgentina (léase con acento argentino)
usan exactamente las mismas maquinitas en los “colectivos”, usan el sistema
de paradas diferidas (claro que allá los chicos argentinos hacen
una ordenada fila para esperar) y tras una marcha blanca, la cosa resultó
bien. Ahora nadie alega de las monedas, ni de la lentitud ni de ninguna
otra cosa. Y los choferes se dedican sólo a conducir y abrir y cerrar
las puertas... que es lo que corresponde que hagan; más es abuso
de sus sentidos y reflejos.
Y aquí en Chilito, ¿qué nos pasa? Resulta que
ahora es más linda la cosa, uno le paga al chofer y el boleto hay
que recogerlo en el cobrador automático. Muchos de los aparatos
cuelgan como almas en pena en las micros; los 4 millones de pesos fueron
el despilfarro más grande; los que no quisieron usarlas contrataron
cobradores humanos, a muchos de los cuales les hicieron una caseta infesta
ultra cerrada, detrás del conductor... que mejor ni pensar en como
lo están pasando con estos días de calores dantescos en el
gran Santiago.
Yo me pregunto: si el sistema es supuestamente tan malo, ¿por
qué lo instauraron en Chilito? Y si es realmente taaaaan ineficiente,
¿por qué da resultado en otros países? ¿No
será más bien cosa de nuestra personalidad?, ¿que
nos gusta vivir en esta selva de cemento llena de bichos mecánicos
descontrolados?
Por mi parte ya me declaré en derrota en mi pelea particular
en contra de los que insisten en el sistema antiguo... y ya me aburrí
de pelearme con los choferes. Ahora cuando se me cruza una de tantas micros
con el dichoso letrero de: “usted maneja esta micro” no me da ni pa’ reírme,
pues más bien los micreros nos manejan a toditos juntos, incluido
el gobierno de turno.
BRUJA
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